Recuerdos, diferencias, expectativas, indecisiones o temores, no son verdaderos conflictos.
No todas las situaciones conflictivas que experimentamos en nuestra vida son verdaderos conflictos. Aprende a distinguir los conflictos para que los puedas resolver y superar definitivamente.
¿Cómo cambiaría tu vida si resolvieras ya el conflicto que más te agobia?, ¿Qué nuevas oportunidades tendrías en tu vida?, ¿Qué puedes hacer ahora mismo para superar tu principal conflicto?
Cuando queremos un helado y tenemos muchas opciones de sabores, tendemos a hacer dos cosas: pedimos el mismo helado que siempre acostumbramos pedir o escogemos un nuevo sabor de helado en ese momento.
En el segundo caso, supongamos que estás decidiendo entre 25 sabores deliciosos; puede ser que tengas un conflicto entre dos o más sabores… Durante un breve lapso la indecisión te paralizará y cuando la superes, podrás pedir un helado –habrás resuelto el conflicto-, pero si no la superas, puedes marcharte con cualquier pretexto –para no tener que enfrentar el conflicto-.
Hay conflictos para todos los gustos
El conflicto se define como una lucha entre dos o más objetivos contrarios y excluyentes, que puede causarte angustia o ansiedad.
Lo anterior, quiere decir que cuando estás realizando una actividad y se te ocurren dos o más objetivos interesantes que compiten por tu atención, puede ser que uno sea contrario y excluyente del otro, por lo cual deberás decidir cuál de ellos deja de ser un objetivo para ti y cual sí vas a perseguir. Sólo en el caso de que tal situación sea muy estresante, dolorosa o dañina, constituye un conflicto.
Dado que durante el día realizamos diferentes actividades o perseguimos objetivos distintos, hay numerosas situaciones conflictivas que debemos resolver a diario.
Muchos de los aparentes conflictos del día a día, los resolvemos consciente o inconscientemente con una fórmula que ya hemos utilizado en ocasiones anteriores y que nos ha dado resultado. Por ejemplo, cuando queremos ver un partido de futbol y nuestra pareja quiere ir de compras, tal vez le prometemos ir con ella al día siguiente o llegamos a cualquier otro acuerdo que sea aceptable para ambos.
Otros situaciones conflictivas simplemente las evitamos porque nos angustian mucho o porque no ganamos algo significativo con resolverlas.
Que tú enfrentes los conflictos y los resuelvas es tu decisión; también puedes mantenerlos sin solución, evitarlos o actuar como si nunca hubieran existido.
Sin embargo, nos dice la experiencia que mantener o desconocer los conflictos, puede llegar a ser muy estresante y desgastante.
Identifica los conflictos que hay en tu vida, ordénalos por importancia y resuélvelos. Te estarás evitando dolores de cabeza inimaginables y estarás contribuyendo a un mundo mejor.
Identifica los conflictos verdaderos
Digamos que hay dos grupos de conflictos: con uno mismo y con los demás.
Por ejemplo, conflictos entre tus deseos, necesidades, aspiraciones o proyectos, son conflictos contigo mismo. En cambio, conflictos con tu pareja, con tu familia, con tu jefe, con un vecino, son conflictos con los demás.
Pero los conflictos también tienen tiempo. Me refiero a que tú puedes visualizar los conflictos en una línea del tiempo: hay conflictos en el pasado, en el presente y en el futuro.
Generalmente los conflictos que tú ubicas en el pasado, son recuerdos de conflictos vividos anteriormente; los del presente, son actividades que entran en conflicto; y los del futuro, son temores, dudas o incertidumbre en las elecciones conflictivas.
Esto es muy importante tenerlo en cuenta porque los verdaderos conflictos sólo suceden en nuestro aquí y nuestro ahora, es decir, que un conflicto no son recuerdos de situaciones conflictivas ni diferentes alternativas para una decisión hacia el futuro.
Recuerda, el conflicto es cualquier situación actual en el que se enfrentan dos o más objetivos o soluciones atractivas, válidas, justificadas, etc., pero excluyentes, generando una situación potencialmente dañina para ti o para los demás.
De manera que mientras más rápido te deshagas de recuerdos de conflictos vividos, más sana y tranquila será tu vida.
En el mismo sentido, mientras más rápido enfrentes la incertidumbre o tus temores, y tomes decisiones, menos conflictos estarás sembrando en tu vida.
¿Qué puedes hacer con los conflictos del presente?
Filtra todo lo que tenga sabor a conflicto y quédate sólo con conflictos verdaderos y desecha el resto.
¿A qué me refiero? Recuerdos, vivencias del pasado, expectativas, indecisiones o temores dejan de ser conflictivos cuando tú dejas atrás con firmeza los tragos amargos del pasado o eliges hacia adelante de manera inteligente y cuidadosa.
Tampoco necesariamente son conflictos, aquellos comportamientos que se explican por diferencias culturales o proyectos de vida distintos; lo que no es similar a tu cultura o tu proyecto, no siempre se contrapone a tus actividades o propósitos. Aquí la tolerancia a la diversidad de enfoques y existencias es clave, para que no armes conflictos con lo que no es.
Ten en cuenta que cuando hablo de diversidad cultural o de proyectos de vida, no me refiero a personas distantes a nosotros; puede darse esta situación en la pareja o en la familia, donde es aún más importante una sana tolerancia y una amorosa aceptación.
Prueba hoy mismo el filtro de los conflictos: ¿Cuántas situaciones conflictivas pertenecen exclusivamente a tu presente?, ¿Cuántas pueden ser superadas con un poco de tolerancia?
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