Caminos para una sociedad mejor.
“Al principio todo era maravilloso, pero muy pronto la convivencia se hizo terrible y cada uno se refugió en lo suyo…” es un drama que puede ocurrirte. No obstante, tú puedes prevenir esas historias de desencuentro y soledad.
¿Qué esperas de las personas que te aman?, ¿Qué esperas de tus vecinos y conocidos?, ¿Cuáles son tus dones?
En la convivencia puede aflorar nuestra profunda soledad y nuestros peores miedos… Pero no tiene por qué ser así.
Hay muchas maneras de convivir sanamente y todas tienen en común ciertos hábitos convenientes para crecer en el encuentro con los demás:
1. Tener en cuenta las necesidades de la otra persona:
Del mismo modo como los padres están atentos a las carencias de un recién nacido, hay personas a tu alrededor que tienen frío, hambre, cansancio, soledad o frustración. Las hay en tu familia, vecindario o comunidad y a veces sufren en silencio, esperando tu sonrisa y una mano amiga.
2. Mirar la utilidad de lo que puedes aportar:
Familiares, desposeídos, desplazados o inmigrantes necesitan algo que tú tienes o puedes brindar: abrigo, alimento, descanso, compañía o comprensión; también tu sonrisa para sembrar esperanza, tu hombro para llorar o tu mano para levantar.
3. Actuar en favor del otro:
No basta con saber las necesidades ajenas o tener la mera intención de aportar; otra persona te necesita, tu puedes ayudarla y hacerle la vida más amable. Lo único que hace falta es que pases a la acción; no te quedes en la indignación o en la compasión: ¡Hay mucho que puedes hacer!
4. Actuar de manera desinteresada:
Tu pareja, tu hijo, tus padres, hermanos, vecinos o extraños, no son tontos; aunque estén necesitados, saben si tú los quieres ayudar o si quieres beneficiarte a costa de ellos. Recuerda: son las necesidades ajenas y lo que tú puedes aportar, lo que fortalece la convivencia.
5. Actuar, aún con esfuerzo, con alegría:
Algo que no te sobra, un minuto en medio del afán, una expectativa o un deseo que se aplaza, una carga que se comparte, una hora menos de sueño, constituyen pequeños y valiosos dones en el arte de construir convivencia y hacer un mundo mejor. Pero hazlo con cariño y alegría; que nadie note molestia ni sacrificio.
Estos cinco hábitos constituyen la virtud de la Generosidad y te ayudan a convivir con las personas que amas y con aquéllas que la vida te ha puesto cerca.
Tal vez, tu respuesta desprendida te brinde una perspectiva diferente de la vida y encuentres un horizonte aún mejor.
¡Así es más rico y provechoso convivir!
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En el próximo post hablaremos de la Esperanza
¡No te lo pierdas!
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