martes, 28 de noviembre de 2017

Un ejercicio diario nos hace más fuertes ante las dificultades

La resiliencia es una cualidad que tú también necesitas.



La resiliencia es una actitud que debemos practicar todos los días y no sólo en situaciones adversas; de hecho, nuestro día a día es el mejor escenario para hacernos más fuertes ante las dificultades.


¿Cuáles son tus principales fortalezas?, ¿Cuál es tu reacción habitual ante las dificultades?, ¿Lo que haces actualmente te lleva en dirección de tus sueños y propósitos?

No creas que la resiliencia es una actitud sólo necesaria para otros que vivan circunstancias muy desfavorables:

Ya no cultivas tu pasatiempo o hobby porque se volvió difícil conseguir los materiales?

Dejaste el gimnasio porque no querías cargar el maletín con los implementos deportivos?

Abandonaste un deporte porque se te presentó un accidente o una enfermedad?

Dejaste tus estudios porque eran muy difíciles o porque las circunstancias no eran favorables?

Renunciaste a tu trabajo porque te exigía sacrificio personal?

Estás a punto de abandonar tus sueños y regresar a tu país con las manos vacías?

La resiliencia es una palabra muy poco usada en nuestro lenguaje de todos los días, porque la usamos casi que exclusivamente para hablar de la capacidad de adaptación de una persona frente a una situación adversa. Y resulta que la mayoría de las personas no estamos viviendo a diario situaciones adversas, sino rutinarias o habituales dentro de nuestra actividad.

Sin embargo, cuando tú tienes un propósito por el cual estás trabajando, con mucha frecuencia, puedes encontrar dificultades, obstáculos o personas que te desanimen o desvíen de tu objetivo.

Esos obstáculos o distractores, pueden afectar no sólo tu proyecto sino tu propia identidad, si dejas que eso suceda.

Si tú quieres hacer realidad tus sueños, si quieres cumplir tus propósitos, si quieres lograr tus objetivos, entrena y desarrolla tu capacidad de resiliencia todos los días para que estés preparado cuando más la necesites. Es muy sencillo.

Ante cualquier dificultad, obstáculo, desánimo o distracción en la actividad que estés realizando, sigue estos pasos:


Toma distancia


Repite en tu mente “Esto que acaba de suceder no tiene por qué interrumpir mi trabajo, si elijo la manera de superarlo”.

Date una pausa


Respira lenta y profundamente cinco veces, como mínimo; ordena y estabiliza tus emociones y pensamientos de manera que estés como estabas antes del evento perturbador. Puedes decirte: "No le doy poder a nada o nadie, para que me haga abandonar lo que estoy haciendo"

Vuelve a la acción


Encuentra dos o más alternativas para superar la dificultad, de la mejor manera; encuentra dos o más razones para mantenerte animado o concentrado en tu actividad. Recuerda que ese trabajo, cualquiera que sea, es un paso más en la dirección de tus sueños y tu propósito en la vida. Háblate: "Yo lo resuelvo porque esto tiene sentido para mí".

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Si haces este ejercicio con frecuencia y en las circunstancias de tu propia vida, serás más resiliente a la hora de la verdad, cuando más lo necesites.

En todo caso, mantén tu propósito, tu pasión, sigue luchando, no hay fórmulas de éxito, haz lo monótono con la misma diligencia que lo nuevo, haz la diferencia contigo y los demás.

Que nadie diga que tu fracaso fue porque te lo buscaste.

¿Hay alguna situación en tu vida que debas usar, ahora mismo, los tres pasos para entrenar tu resiliencia?

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domingo, 26 de noviembre de 2017

¿Quieres vivir más alegre?

Ayudar a otros te brinda alegría, salud y bienestar.

La actitud que más nos acerca a los demás es ayudarlos ante un peligro o una necesidad, colaborar en el trabajo grupal o estar dispuesto siempre a poner los medios para que todos puedan alcanzar sus objetivos.


¿Tienes el hábito de ayudar a los demás?, ¿Tus amigos y tu familia reconocen tu disposición a ayudar?, ¿Cómo te sentiste la última vez que brindaste ayuda generosa y desinteresada?

Cuando viajé a París, las primeras instrucciones que recibí fue “No establezcas contacto visual con desconocidos”, “No contestes preguntas ni hagas conversación con ellos”, “Te vas a dar cuenta que todas las personas siguen sin prestar atención”, y “Para eso hay personas de información en la mayoría de los lugares”.

En una palabra, “No ayudes a nadie porque corres el riesgo de que te roben”. Son las mismas instrucciones que he escuchado en Bogotá, en Los Ángeles y otras ciudades.

En este mundo tan complejo, con tantas diferencias sociales, con valores poco interiorizados, con tantas personas que buscan aprovechar de los demás, es más difícil construir relaciones positivas en nuestra vida.

No obstante, una cosa es cuidarse de los peligros de interactuar ingenuamente con desconocidos y otra cosa es vivir siempre distante, aún con nuestro círculo de amigos o nuestra familia.

La actitud que más nos acerca a los demás es ayudarlos ante un peligro o una necesidad. También hay otras circunstancias en que es muy valioso brindar ayuda: colaborar en el trabajo grupal o estar dispuesto siempre a poner los medios para que el equipo o los otros puedan alcanzar sus objetivos.

Para mí, la ayuda y el servicio a los demás es un valor que procuro vivir en mi proyecto de vida.

Tú puedes pensar que la ayuda es entender la necesidad de la otra persona y procurar satisfacerla. Esto es cierto pero es una verdad a medias.

La ayuda a los demás te construye a ti mismo, te fortalece ante la adversidad y te pone en la ruta de la alegría, la salud y el verdadero bienestar.

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Te invito a revisar tu estilo o proyecto de vida y a enriquecerlo con la ayuda a los demás, cualquiera que sean tus circunstancias y tu campo de acción.

Descubre por tu propia cuenta la alegría de servir y ayudar con generosidad a tu familia y a tu círculo de amigos.

¿Y por qué no? Aún a los desconocidos, especialmente en momentos de urgencia o de desastre.

¿Quién necesita tu ayuda en este momento? ¡Hazlo ya!

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viernes, 24 de noviembre de 2017

Si luchamos podemos perder, si no luchamos estamos perdidos

La lucha cotidiana desarrolla tu fortaleza interior 


La lucha hace parte de la vida y es un factor de crecimiento personal. Pero debes distinguir entre las batallas que vas a dar y las circunstancias que debes aceptar con serenidad y sin condiciones. 


¿Cuáles luchas han sido inútiles en tu vida?, ¿Cuál batalla no has dado y la debes librar?, ¿En qué te has hecho mejor con tu lucha de todos los días?

En un evento reciente, una famosa actriz dedicó su premio a las personas común y corrientes, que tienen que afrontar dificultades, que tienen sueños, que a veces no los logran, que tienen propósitos, que no siempre son satisfechos, que se mantienen luchando, enfrentando la vida, saliendo adelante, siendo solidarios con los demás y ayudando a los demás a superarse, porque es la vida que le toca vivir a muchos.

La lucha diaria es una condición de vida para la gran mayoría de nosotros.

Te comparto esta selección de frases sobre lucha que encontré en sabiduría.com:










En una conversación de ayer con mi esposa, ella con realismo y sabiduría, mencionó algunos ideas que hoy resumo:

Luchamos cuando aceptamos la realidad tal y como es: con sus aspectos gratificantes y todas sus dificultades.
Luchamos cuando mantenemos nuestra serenidad y autocontrol ante los problemas.
Luchamos cuando desarrollamos nuestra entereza y capacidad para hacerle frente a las dificultades.
Luchamos cuando creamos y aprovechamos oportunidades para mejorar y crecer en la vida.
Luchamos cuando hacemos nuestro mejor esfuerzo y nos sacrificamos para salir adelante.
Luchamos cuando asumimos el compromiso de no desfallecer, cueste lo que cueste.
Luchamos cuando hacemos lo que es correcto, así tengamos miedo, ansiedad o tristeza.
Luchamos cuando cuidamos nuestro comportamiento y nuestras reacciones emocionales, de manera que damos buen ejemplo o, por lo menos, no damos el malo.

Para concluir, mi sugerencia de hoy es que valores tu lucha diaria porque hace parte de la vida y porque es un factor que contribuye a tu crecimiento personal y fortaleza interior.

Lo clave es saber cuáles batallas hay que dar y cuáles circunstancias hay que aceptar con serenidad y sin condiciones. 

Luchar es tan importante como fluir y dejarse llevar por la corriente de la vida..., todo depende de tu situación.

Busca en tu conciencia las respuestas cada vez que enfrentes este dilema.

¿Cómo te parecieron las frases?, ¿Con cuál estás de acuerdo o con cuál no?

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miércoles, 22 de noviembre de 2017

La magia de la plastilina y la arcilla

Cuatro actitudes para ser menos frágil.


¿Cómo podemos ser menos vulnerables si somos frágiles, por naturaleza? Descubre la función biológica de nuestra fragilidad y gana en plasticidad para enfrentar las situaciones adversas en tu proyecto de vida.


¿Cuándo fue la última vez que te sorprendiste con lo nuevo en tu vida?, ¿ Cuándo fue la última vez que te maravillaste con lo desconocido?, ¿Cómo puedes hacerte más fuerte?

Las plantas se marchitan, las frutas se pudren, las cosas se dañan, tus amigos enferman, tus seres queridos mueren… ¿Y tú?

El post anterior te invita a no construir tu proyecto de vida sobre la vulnerabilidad de otros ni a aceptar situaciones adversas que te hagan vulnerable.

No obstante, porque somos frágiles por naturaleza, más nos vale aceptar de una vez por todas que la fragilidad es una condición necesaria de nuestra existencia.

Muchas circunstancias de nuestra vida nos quiebran, desmoronan o deterioran. Un tropiezo o una caída, termina en una grave fractura, un desamor afecta nuestra moral y diluye nuestra felicidad, el mal clima nos enferma, los años nos envejecen y matan. 


La función de la fragilidad en nuestra vida


La fragilidad, por ser natural en nosotros, tiene un significado biológico: es un recurso de la naturaleza para ayudarnos a ser adaptables e impulsar la adaptación de nuestra especie.

Así como un jarrón de cristal puede hacerse pedazos en un instante, nosotros nos podemos hacer añicos en cualquier momento.

Es el momento en que nos podemos hacer añicos o podemos crecer, aprender y evolucionar.

Tal vez, para ti, este preciso instante en que sientes que algo se rompe en tu vida, sea una maravillosa oportunidad para dejar atrás algo, aprender y hacerte menos frágil.

La fragilidad también es plasticidad


Piensa en la plastilina o en la arcilla que se usa para modelar. Son sometidas a tensión para suavizarlas y a presión para moldearlas; al final, adquieren la nueva forma que el artesano quiere darles y la mantienen… No regresan a su forma anterior.

Tú puedes ser como la plastilina o la arcilla, y adquirir una nueva forma en la tensión, presión o las nuevas circunstancias de tu vida, esas mismas que te podrían sacar de quicio, deprimir, enfermar o matar.

No seas como esas almohadas o colchones con Memory Foam, que siempre retoman su forma anterior.

Cuando encuentras la forma de superar una circunstancia adversa o una amenaza en tu vida, es decir, cuando aprendes de la vida, te haces menos frágil porque das un paso adelante.

Tú mismo cambias tus reacciones, aprendes nuevos comportamientos, superas costumbres, desarrollas mejores hábitos, y esta una nueva forma de actuar, te dan una nueva forma de ser.

El proceso de desarrollar la plasticidad es muy simple:
  1. Aceptas la tensión o presión intensas (que te podría hacer añicos)
  2. Dejas atrás lo que no te sirve
  3. Cambias tu forma de actuar y de ser
  4. Fortalece tu plasticidad para vivir mejor
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Hoy se habla mucho del cambio climático, asociado al calentamiento global por el deterioro de la capa de ozono y el efecto invernadero, causado por los gases contaminantes de nuestra civilización.

Independientemente de esto, el clima siempre vive cambiando; tanto, que diríamos que el clima, como la naturaleza, es impredecible. Es cierto, hay mucho azar o aleatoriedad en el comportamiento de los fenómenos naturales.

Actitudes claves para hacernos más fuertes en nuestra vida


Si tu quieres hacerte menos frágil, fortaleciendo tu plasticidad para vivir, te sugiero:

Acepta el cambio y la incertidumbre: asume que siempre hay una nueva posibilidad en todo lo que sucede; no te ates siempre a lo conocido, lo esperado y lo previsible.

Usa lo favorable a tu favor: encuentra todo lo positivo que se revela en el cambio y en lo nuevo que hay en tu vida; convierte esos aspectos positivos en tu impulso para ser mejor; convierte de las circunstancias de cambio en oportunidades para tu vida; navega sobre las tendencias para ir más rápido o en la dirección correcta.

Protégete en todos los aspectos: adopta un estilo de vida saludable, buena alimentación, ejercicio frecuente, descanso, manejo del estrés; toma riesgos calculados; toma un seguro contra accidentes; protege tu patrimonio y tu familia; actúa con prudencia y sensatez.

Crece en fortaleza interior: sé humilde y sincero contigo mismo; aprende constantemente de la vida; ensaya nuevas respuestas, nuevas formas de actuar, nuevas formas de ser; desarrolla nuevas habilidades y virtudes; aprende nuevas competencias para la vida; fortalece tus competencias ocupacionales o profesionales; reflexiona, medita, ora o conecta con el universo; descubre la trascendencia y el poder interior que hay en ti.

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Como hay muchos factores o circunstancias desfavorables que, desde afuera, pueden hacerte daño y llevarte a una condición de vulnerabilidad, no los refuerces ni los hagas más peligrosos con tu propia fragilidad. 

Convierte tu fragilidad en plasticidad para vivir.

En este momento de ti vida, ¿Cuál tensión o presión puedes aprovechar para adquirir una nueva y mejor forma de vivir?

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lunes, 20 de noviembre de 2017

Deja de ser vulnerable

Conviértete en el ángel protector de tus proyectos.



Debemos evitar a toda costa el riesgo de vulnerar los derechos de los demás o aceptar situaciones adversas que nos vulneren. En nuestras manos están los recursos para superar la vulnerabilidad. 


¿Qué haces ante las situaciones adversas de tu vida?, ¿Cómo actúas ante los riesgos?, ¿Cómo aplicas la prudencia en tus actividades y proyectos personales?

Hace muchos años conocí a un sacerdote que llegó con vientos de cambio a una parroquia muy tradicional; ordenó retirar las estatuas de santos y muchas de las imágenes del templo. La comunidad se opuso, y un año después, la iglesia lucía como antes.

Hace pocos años conocí a un político que subió a la alcaldía de su municipio con un programa de gobierno innovador; suspendió varios programas que ayudaban a madres cabeza de familia, a estudiantes y a personas vulnerables. A pesar de ser muy carismático, se ganó muchos enemigos declarados, incluyendo algunos de la población objetivo de sus iniciativas.

La semana pasada conocí a un gerente que había renunciado a una multinacional para hacerse cargo de la empresa de su familia. Las primeras tres decisiones de fondo, suficientemente ponderadas, fueron rechazadas por la Junta Directiva, aduciendo que vulneraban derechos legítimos.

¿Qué tenían en común el sacerdote, el político y el gerente?


Quisieron cambiar las cosas, para generar una mejor situación, pero vulneraron las tradiciones religiosas de los fieles, los beneficios para la población necesitada o los derechos adquiridos por los propietarios.

En otras palabras, hicieron cosas de manera imprudente o impulsiva porque no evaluaron con anticipación los riesgos y, por lo tanto, no establecieron las medidas de control.

No hubo, entonces, la renovación pastoral imaginada, el cambio político prometido ni el impulso estratégico a la empresa. Las mejores intenciones y los proyectos planteados, quedaron en nada.


Vulnerar a otros puede dañar tus proyectos


Vulnerar es transgredir una ley o una costumbre, de manera que se causa daño física, económico o moral a otras personas.

Es muy fácil creer que quienes vulneran a otros son las personas agresivas, los políticos corruptos, los empresarios ambiciosos o los delincuentes. Es cierto que todos ellos de manera intencional, o por omisión, vulneran a la gente.

Pero igualmente es cierto, que todos nosotros podemos transgredir normas o costumbres y, de esta manera, generar daños para nosotros mismos o para los demás.

Piensa simplemente en las normas que transgredes como peatón o como conductor de un vehículo; en cualquier momento una infracción, aparentemente inocua, puede generar una tragedia.

En tus estudios, en tu trabajo, en la vida social, en todos los ámbitos de tu proyecto de vida, aún de manera intencionada puedes vulnerarte a ti mismo o vulnerar a otros.


¿Cómo evitas vulnerar a los demás?


Cinco sugerencias para ayudarte a manejar adecuadamente los procesos de cambio, las diferencias o choques culturales, la innovación y toda clase de procesos creativos, de manera que no se conviertan en procesos que vulneren.

Identifica los riesgos: puesto que un riesgo es cualquier evento o cosa que puede salir mal, es mejor identificar los riesgos con anticipación, de manera que tus proyectos tengan más posibilidades de éxito.

Establece controles: como tú puedes tomar medidas preventivas para evitar o mitigar los riesgos, en caso de que se presenten, procura siempre tomar sólo riesgos calculados para que en tus proyectos no haya desastres que podrían haberse evitado a tiempo. 

Suspende: en caso de que se materialice un riesgo, con daño a ti o a los demás, es necesario suspender la actividad, aprender de la situación y corregir, antes de reiniciar tu proyecto.

Repara: como se puede haber ocasionado daños a las personas o a la propiedad, es necesario que asumas la responsabilidad de reparar el daño que has causado.

No repitas: si aprendiste que tu actividad involucró un riesgo que se tradujo en daño, toma las medidas necesarias para evitar que la misma situación o alguna similar, se vuelva a repetir.

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No obstante, por más que controles que establezcas en tus proyectos, siempre habrá la posibilidad de que se presente un evento dañino. Siempre necesitarás mantenerte alerta y en aprendizaje continuo.

El riesgo de ser vulnerado es un riesgo que a veces se omite


Con frecuencia, en el análisis de riesgos se identifican aquéllos que pueden dañar a otras personas, el medio ambiente o la propiedad ajena.

Pero como todo el mundo no es juicioso o toma las medidas necesarias para prevenir los riesgos, tú mismo puedes salir afectado física, emocional o moralmente, por la acción de otros.

Como no tienes que hacer un análisis de riesgos formal para todas las situaciones imaginables, aquí te presento algunas sugerencias para ayudarte a ser menos vulnerable:

Calcula los riesgos: acostumbra a pensar en las tres cosas que pueden salir mal antes de comenzar una actividad o realizar cualquier recorrido.

No te expongas: si identificas que hay una probabilidad significativa de que alguno de los riesgos se hagan realidad, aunque tomaras las medidas preventivas a tu alcance, evita la situación.

Sal de ahí: si estás siendo dañado por cualquier situación, sal de ahí mismo, huye, que tu salud, tu integridad o tu vida valen mucho más.


Pide ayuda: si no puedes salir de la situación que te está causando daño físico, emocional o moral es necesario que pidas ayuda a personas o representantes de entidades adecuadas.


Crece en fortaleza interior: si no puedes salir de la situación, al menos por un tiempo, y no hay una ayuda disponible, te toca desarrollar las habilidades necesarias para poder hacer frente a la situación y minimizar el daño; o para transformar la situación que te daña. En todo caso, mejores habilidades necesitan la actitud adecuada y esto es fortaleza interior ante las situaciones adversas.

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En ningún caso aceptes un daño para ti, para las personas que amas o para los demás, como una condición irremediable en vida .


Siempre lucha por hacer realidad tu proyecto de vida o tus proyectos personales; hazte cada vez más fuerte, sin dañar y debilitar a los demás.

¿Qué debes hacer hoy?: ¿Prevenir riesgos en algún proyecto que tienes?, o ¿Superar una situación de riesgo personal en la que ya estás involucrado?

Cualquiera que sea tu respuesta, ¡Hazlo ya! Tu integridad y la de los demás están por encima de cualquier otra consideración.

¿Quieres leer más sobre Resiliencia? Consulta este artículo publicado por la Asociación Americana de Psicología. 

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sábado, 18 de noviembre de 2017

Prueba el filtro de los conflictos

Recuerdos, diferencias, expectativas, indecisiones o temores, no son verdaderos conflictos.


No todas las situaciones conflictivas que experimentamos en nuestra vida son verdaderos conflictos. Aprende a distinguir los conflictos para que los puedas resolver y superar definitivamente.


¿Cómo cambiaría tu vida si resolvieras ya el conflicto que más te agobia?, ¿Qué nuevas oportunidades tendrías en tu vida?, ¿Qué puedes hacer ahora mismo para superar tu principal conflicto?

Cuando queremos un helado y tenemos muchas opciones de sabores, tendemos a hacer dos cosas: pedimos el mismo helado que siempre acostumbramos pedir o escogemos un nuevo sabor de helado en ese momento.

En el segundo caso, supongamos que estás decidiendo entre 25 sabores deliciosos; puede ser que tengas un conflicto entre dos o más sabores… Durante un breve lapso la indecisión te paralizará y cuando la superes, podrás pedir un helado –habrás resuelto el conflicto-, pero si no la superas, puedes marcharte con cualquier pretexto –para no tener que enfrentar el conflicto-.


Hay conflictos para todos los gustos


El conflicto se define como una lucha entre dos o más objetivos contrarios y excluyentes, que puede causarte angustia o ansiedad. 

Lo anterior, quiere decir que cuando estás realizando una actividad y se te ocurren dos o más objetivos interesantes que compiten por tu atención, puede ser que uno sea contrario y excluyente del otro, por lo cual deberás decidir cuál de ellos deja de ser un objetivo para ti y cual sí vas a perseguir. Sólo en el caso de que tal situación sea muy estresante, dolorosa o dañina, constituye un conflicto.

Dado que durante el día realizamos diferentes actividades o perseguimos objetivos distintos, hay numerosas situaciones conflictivas que debemos resolver a diario.

Muchos de los aparentes conflictos del día a día, los resolvemos consciente o inconscientemente con una fórmula que ya hemos utilizado en ocasiones anteriores y que nos ha dado resultado. Por ejemplo, cuando queremos ver un partido de futbol y nuestra pareja quiere ir de compras, tal vez le prometemos ir con ella al día siguiente o llegamos a cualquier otro acuerdo que sea aceptable para ambos.

Otros situaciones conflictivas simplemente las evitamos porque nos angustian mucho o porque no ganamos algo significativo con resolverlas.

Que tú enfrentes los conflictos y los resuelvas es tu decisión; también puedes mantenerlos sin solución, evitarlos o actuar como si nunca hubieran existido.

Sin embargo, nos dice la experiencia que mantener o desconocer los conflictos, puede llegar a ser muy estresante y desgastante.

Identifica los conflictos que hay en tu vida, ordénalos por importancia y resuélvelos. Te estarás evitando dolores de cabeza inimaginables y estarás contribuyendo a un mundo mejor.

Identifica los conflictos verdaderos


Digamos que hay dos grupos de conflictos: con uno mismo y con los demás. 

Por ejemplo, conflictos entre tus deseos, necesidades, aspiraciones o proyectos, son conflictos contigo mismo. En cambio, conflictos con tu pareja, con tu familia, con tu jefe, con un vecino, son conflictos con los demás.

Pero los conflictos también tienen tiempo. Me refiero a que tú puedes visualizar los conflictos en una línea del tiempo: hay conflictos en el pasado, en el presente y en el futuro.

Generalmente los conflictos que tú ubicas en el pasado, son recuerdos de conflictos vividos anteriormente; los del presente, son actividades que entran en conflicto; y los del futuro, son temores, dudas o incertidumbre en las elecciones conflictivas.

Esto es muy importante tenerlo en cuenta porque los verdaderos conflictos sólo suceden en nuestro aquí y nuestro ahora, es decir, que un conflicto no son recuerdos de situaciones conflictivas ni diferentes alternativas para una decisión hacia el futuro.

Recuerda, el conflicto es cualquier situación actual en el que se enfrentan dos o más objetivos o soluciones atractivas, válidas, justificadas, etc., pero excluyentes, generando una situación potencialmente dañina para ti o para los demás.

De manera que mientras más rápido te deshagas de recuerdos de conflictos vividos, más sana y tranquila será tu vida.

En el mismo sentido, mientras más rápido enfrentes la incertidumbre o tus temores, y tomes decisiones, menos conflictos estarás sembrando en tu vida.


¿Qué puedes hacer con los conflictos del presente?


Filtra todo lo que tenga sabor a conflicto y quédate sólo con conflictos verdaderos y desecha el resto.

¿A qué me refiero? Recuerdos, vivencias del pasado, expectativas, indecisiones o temores dejan de ser conflictivos cuando tú dejas atrás con firmeza los tragos amargos del pasado o eliges hacia adelante de manera inteligente y cuidadosa. 

Tampoco necesariamente son conflictos, aquellos comportamientos que se explican por diferencias culturales o proyectos de vida distintos; lo que no es similar a tu cultura o tu proyecto, no siempre se contrapone a tus actividades o propósitos. Aquí la tolerancia a la diversidad de enfoques y existencias es clave, para que no armes conflictos con lo que no es.

Ten en cuenta que cuando hablo de diversidad cultural o de proyectos de vida, no me refiero a personas distantes a nosotros; puede darse esta situación en la pareja o en la familia, donde es aún más importante una sana tolerancia y una amorosa aceptación.


Prueba hoy mismo el filtro de los conflictos: ¿Cuántas situaciones conflictivas pertenecen exclusivamente a tu presente?, ¿Cuántas pueden ser superadas con un poco de tolerancia? 

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jueves, 16 de noviembre de 2017

Cinco maneras de encontrar opciones nuevas en tu vida

No te quedes sin opciones porque entregas tu libertad.


Cuando sentimos que nos quedamos sin opciones, es cuando más posibilidades tenemos de crear nuevas opciones para nuestra vida y felicidad.


¿Recuerdas esa vez que tú descubriste nuevas opciones?, ¿Cuáles fueron tus sentimientos y pensamientos en esa ocasión?, ¿Cómo podría ser tu vida si tuvieras nuevas opciones hoy mismo?

He conocido muchas personas angustiadas porque sienten que su vida no es satisfactoria y no perciben opciones distintas.

Sufren con esa dolorosa vivencia de sentirse sin opciones, obligadas a vivir y aceptar un destino que no quieren, como si vivieran en una celda o estuvieran esclavizadas.

También he conocido a muchos otros que disfrutan las opciones que la vida les brinda.

Hay personas que siempre tienen opciones y otras que no. La personalidad, el contexto familiar, el ambiente social y los recursos, pueden explicar las diferencias.

Sin embargo, esas personas con muchas opciones a lo largo de su vida, no parecen ser la mayoría.


¿Por qué son importantes las opciones?


Sencillamente porque nos dan libertad para decidir y actuar; nos permiten explorar y vivir nuevas experiencias, nos brindan ese aire de libertad, de aventura, de novedad en nuestra vida.

Las opciones nos permiten elegir nuestro propio camino, expresar nuestro estilo personal y descubrir nuestras potencialidades.

Un proyecto de vida se construye sobre las opciones que cada persona ve en su vida; vivir ese proyecto de vida, significa aprovechar las opciones para crecer y ser más feliz.

¿Qué pueden hacer las personas que no tienen opciones?


Vamos por partes. Primero, las opciones son cada una de las cosas que se pueden elegir en un momento dado.

Si tú percibes que no tienes opciones en tu situación actual y te quedas así, estarás confirmando tu sentimiento y difícilmente las tendrás.

Pero fíjate, la primera opción de una persona que no tiene opciones, es tenerlas. Ojo, esto no es un juego de palabras: todos tenemos la opción de ver o crear nuevas opciones. Otra cosa es que no lo hagamos.

¿Cómo puedes crear opciones nuevas?


Quizás haya cientos de acciones o formas de crear nuevas opciones en tu vida. Yo me limitaré a destacar unas.

Rompe la monotonía: cuando sigues las costumbres y haces de la rutina un hábito o una obsesión, es muy fácil que te convenzas de que no hay opciones en tu vida; yo te invito a hacer cosas nuevas, poco a poco, a abrirte a nuevas experiencias y descubrir la alegría de la novedad.

Vence el obstáculo: si tú sientes que algo te impide avanzar en tu proyecto de vida, que bloquea tu felicidad, puedes utilizar el mismo obstáculo para impulsarte y saltar sobre él, o para derribarlo. Haz todo lo que sea necesario para superar el obstáculo y así tendrás opciones distintas en tu vida.

Cambia de lugar: si percibes que las circunstancias actuales o tu situación de vida es desfavorable y no te presenta opciones, puedes cambiar de residencia, de colegio, de universidad o de trabajo, lo cual traerá nuevas opciones a tu vida.

Pregunta a otros: lo que nos resulta conocido muy fácilmente marca los límites de nuestra existencia; puede ser que nos volvamos ciegos ante las opciones que tenemos en nuestra vida, sencillamente porque no las conocemos. Entonces, lo que debes hacer es consultar la opinión de otras personas, investigar, y descubrir nuevas opciones.

Genera tus opciones: la inactividad, la pasividad, el sometimiento a la situación actual, es la fórmula más conocida para quedarnos sin opciones. Por eso, te animo a hacer algo para crear o generar con creatividad y valentía nuevas opciones, como si quisieras salir de un laberinto, intentando encontrar muchas salidas. Ponte el reto de diseñar tu propio proyecto de vida y necesariamente verás nuevas opciones.

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¿Qué te dice tu experiencia?, ¿Hay otras maneras de crear opciones en nuestra vida?

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martes, 14 de noviembre de 2017

¿Cuántos perros salen de la caja?

Sabiduría: “No he visto cuál ha salido de la caja y cuál no.”



La sabiduría es una condición humana que poco tiene que ver con los estudios o con la edad; está enraizada en la esencia del ser humano y se manifiesta cuando hay transparencia y autenticidad.

¿Cuál es la persona sabia que más recuerdas o aprecias?, ¿En cuáles momentos has actuado con sabiduría?, ¿Cómo puedes fortalecer tu sabiduría?

Si te hablan de un hombre sabio, tal vez pienses en un anciano de larga barba. Si te hablan de una sabia mujer, es posible que imagines a una abuelita, a una maestra con muchos años de experiencia o a una madre bondadosa.


¿Imaginas a una niña o un niño cuando te hablan de sabiduría?


A veces los niños nos sorprenden con sus respuestas inocentes, intuitivas, simples y de gran profundidad.

De hecho, todos sabemos que la sabiduría no es exclusiva de quienes han vivido muchos años ni de quienes han estudiado mucho.

Intuimos que la verdadera sabiduría viene de adentro, muy dentro, de nosotros mismos.

Por ejemplo, mira la sabia respuesta de una niña que fue publicada en Twitter por la mamá de su amiguita del colegio:

Sabiduría, proyecto de vida, serenidad, valentía, cambiar


¿Qué es la sabiduría?


El Diccionario de la Real Academia Española indica que es el “Grado más alto del conocimiento” y agrega que también se refiere a la “Conducta prudente en la vida o en los negocios”. Sin embargo, esta definición parece no agotar el más genuino significado de sabiduría.

Siempre me ha gustado una oración atribuida al teólogo, filósofo y escritor estadounidense Reinhold Niebuhr, que dice así:

Sabiduría, proyecto de vida, serenidad, valentía, cambiar, oración


Aunque la tercera línea es la que menciona la palabra sabiduría, yo creo que el conjunto es lo que hace sabia esta oración y hará sabio al que la viva.

La verdadera sabiduría es:
  • Valentía, audacia y creatividad.
  • Crítica constructiva, mejora y capacidad de cambio.
  • Serenidad, paciencia, realismo y aceptación.
  • Perspectiva, estrategia, sensatez.
Tal vez muchas palabras para describir uno los bienes más preciados de nuestro humanidad: la sabiduría…, tan lejos de nosotros y tan cerca del niño que fuimos, somos y seremos.

Atrévete a vivir tu propia sabiduría, siempre ha estado en ti y la única condición para que pueda expresarse libremente es que tú no te compares, no intentes repetir simplemente lo que dicen los otros, no te ates a tus propias verdades… 

La sabiduría también tiene que ver con:
  • Autenticidad y apertura mental.

Un proyecto de vida es, en realidad, una invitación a vivir la sabiduría que te hace único o única... Porque hay muchas maneras de expresar tu sabiduría.

Por eso, ¡vive TU proyecto!

¿Qué pasaría en tu vida si te decidieras a expresar y vivir tu sabiduría interior?

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domingo, 12 de noviembre de 2017

Cómo superar una experiencia traumática o un desastre

Recupera el bienestar emocional y el sentido de control en tu vida.


Comprende las reacciones normales ante una experiencia traumática o un desastre para que puedas ayudar a una pronta recuperación, retomar el proyecto de vida o identificar la necesidad de un apoyo profesional.


¿Cuál es la situación que más estrés te ha causado?, ¿Cómo podrías manejar esa situación si volviera a repetirse?, ¿En qué te apoyas para enfrentar las situaciones difíciles y el estrés?

Separación de los padres, muerte de uno de ellos, violencia intrafamiliar, abuso sexual, desplazamiento forzado, agresión, reacciones desproporcionadas de los adultos o calamidades domésticas, pueden ser experiencias traumáticas y causar mucho daño en los niños y jóvenes. 


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Incendios en California, huracanes en Texas, Puerto Rico y las islas del Caribe, avalanchas en Colombia, tormentas en Irlanda, España y el centro de Europa, terremotos en Italia y Chile, violencia étnica en África, guerras por doquier, son desastres que han causado conmoción y estrés en millones de personas.

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La mayoría de las veces las víctimas tienen que lidiar durante mucho tiempo con pesadillas, aflicciones, soledad y depresión, aunque la comunidad internacional y los gobiernos locales brindan su ayuda física y monetaria ante las emergencias.

Los desastres o las situaciones traumáticas suelen ocurrir de manera inesperada, súbita y abrumadora. En algunos casos no se detectan signos visibles de lesiones físicas, pero se paga un precio emocional. 

Las personas afectadas por situaciones límite generalmente sufren reacciones emocionales muy intensas. Comprender las respuestas normales a estos acontecimientos anormales puede contribuir al control efectivo de sentimientos, pensamientos y comportamiento, y una pronta recuperación. 

¿Qué ocurre después de un desastre u otro acontecimiento traumático?


La conmoción y la negación, reacciones normales de protección, son respuestas típicas a los eventos traumáticos y desastres, especialmente en los días posteriores. 

La conmoción es una perturbación súbita y a menudo intense que afecta el estado emocional, y genera aturdimiento o confusión. 

La negación consiste en no reconocer que ha ocurrido algo muy estresante, o en no reconocer totalmente la intensidad del acontecimiento. Incluso podría sentirse temporalmente paralizado o desconectado de la vida. 

En la medida que desaparece la conmoción inicial, las reacciones pueden variar entre las personas afectadas. Sin embargo, estas son las respuestas normales a un acontecimiento traumático:

Los sentimientos se hacen intensos y a veces impredecibles: irritabilidad, estado de ánimo inestable, ansiedad, nerviosismo o depresión.

Patrones de pensamiento y comportamiento se afectan: recuerdos repetidos y vívidos del acontecimiento, reacciones físicas como taquicardia o sudoración, dificultad para concentrarse o tomar decisiones, confusión, alteración en los patrones de sueño y alimentación.

Las reacciones emocionales recurrentes son comunes: los aniversarios del acontecimiento, como el mes o el año, pueden desencadenar recuerdos desagradables y temor de que se repita el acontecimiento estresante.

Con frecuencia se afectan las relaciones interpersonales: conflictos, como discusiones más frecuentes con familiares y compañeros de trabajo, distanciamiento o aislamiento, y rechazo de las actividades usuales.

Los síntomas físicos pueden acompañar al estrés extremo: dolores de cabeza, náuseas y dolores en el pecho; los trastornos preexistentes pueden empeorar.

¿Por qué las personas responden de forma diferente con el paso del tiempo?


No existe un patrón “estándar” de la conmoción o el estrés provocado por experiencias traumáticas. 

Algunas personas responden de inmediato, mientras que otras experimentan reacciones retardadas que aparecen meses o incluso años después. Algunas sufren efectos adversos durante mucho tiempo, mientras que otras se recuperan con bastante rapidez.

Asimismo, las reacciones pueden cambiar con el paso del tiempo. Algunas personas que han sufrido un trauma se sienten energizadas inicialmente para asumir el reto de enfrentar la situación, para luego sentirse desanimadas o deprimidas.

Varios factores tienden a afectar la extensión de tiempo necesaria para la recuperación, tales como:
  • El grado e intensidad de la pérdida. 
  • La capacidad general de una persona para enfrentar situaciones que le afectan emocionalmente. 
  • Otros acontecimientos estresantes que preceden a la experiencia traumática. 


¿Cómo puedo ayudarme a mí mismo y a mi familia?


Existen varias medidas que se pueden tomar para contribuir a la recuperación del bienestar emocional y del sentido de control luego de un desastre o una experiencia traumática:

Dedique tiempo a recuperarse. Tenga en cuenta que puede ser un momento difícil en su vida. Dedique tiempo a lamentar las pérdidas que ha sufrido. Trate de tener paciencia con los cambios en su estado emocional.

Pida ayuda a las personas más cercanas que puedan escucharle y solidarizarse con su situación. Pero tenga en cuenta que su sistema normal de ayuda pudiera debilitarse si esas personas también han experimentado o han sido testigos del trauma.

Comunique su experiencia en formas que le resulten cómodas, como hablar con familiares o amigos cercanos, o escribir sus impresiones en un diario.

Acuda a grupos de apoyo locales. Estos grupos pueden ser especialmente útiles para personas con limitaciones en sus sistemas personales de apoyo.

Adopte comportamientos saludables para perfeccionar su capacidad de enfrentar el estrés excesivo. Consuma comidas bien balanceadas y descanse lo suficiente. Utilice técnicas de relajación. Evite el consumo de alcohol y drogas.

Cree o restablezca rutinas como comer en horas regulares y seguir un programa de ejercitación. Tómese un receso de las demandas de la vida cotidiana dedicándose a pasatiempos u otras actividades agradables.

Evite tomar importantes decisiones en su vida, que no afecten su superviviencia, como cambiar de carrera o de empleo, si es posible, pues estas actividades tienden a ser altamente estresantes y, tal vez, no sea el momento oportuno.


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¿Cuándo debo buscar ayuda profesional?

Algunas personas pueden manejar con efectividad las demandas emocionales y físicas provocadas por acontecimientos traumáticos, usando sus propios sistemas de apoyo. Sin embargo, es usual que los problemas serios persistan e interfieran en la vida: por ejemplo, nerviosismo o tristeza persistente que afectan el estudio, el rendimiento laboral y las relaciones interpersonales.

Las personas con reacciones prolongadas que interfieren en su funcionamiento cotidiano deben consultar con un profesional de salud mental capacitado y experimentado. 

En el caso de los niños, los arranques emocionales continuos y agresivos, los problemas serios en la escuela, la preocupación por el acontecimiento traumático, el alejamiento continuo y extremo y otras señales de ansiedad intensa o dificultades emocionales, resaltan la necesidad de ayuda profesional. 

Los psicólogos y otros profesionales ayudan a conocer las respuestas normales a la conmoción y el estrés extremo, y a encontrar formas constructivas de enfrentar el impacto emocional.

Basado en una publicación de la Asociación Americana de Psicología “Consejos para recuperarse después de un desastre”.

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