No puedes vivir en el pasado ni en el futuro.
Quienes se han enfrentado a una enfermedad o un accidente muy grave, suelen cambiar su actitud respecto del tiempo: deciden vivir más atentos a lo que el presente les brinda, porque conocen la fragilidad de vivir.
¿Qué recuerdos te atan al pasado?, ¿Cómo estás aprovechando tu presente?, ¿Qué haces para el futuro?
Nadie sabe cuánto tiempo va a vivir. ¿Décadas?, ¿Años?, ¿Meses?, ¿Días?, ¿Horas?, ¿Segundos?
Damos por sentado que viviremos mucho tiempo, pero nunca podemos estar seguros.
Aunque acostumbramos ver el tiempo como una línea continua que viene del pasado, pasa por el presente y se proyecta hacia el futuro, la realidad es que toda nuestra vida vivimos en un eterno presente.
Los recuerdos de la infancia sólo son recuerdos; lo que vivimos cuando éramos pequeños fue nuestro presente.
Las imágenes del futuro sólo son imágenes; lo que vivamos dentro de unos pocos segundos o muchos años, será nuestro presente en ese momento.
En este sentido el pasado y el futuro no existen. Sólo un presente que podemos acoger como un don del vivir.
Sin embargo, muchas veces nos quedamos atrapados en el pasado, añorando los buenos momentos, recriminándonos nuestros errores, culpando a otros por lo que nos hicieron; o nos perdemos en el futuro, imaginando que vendrán tiempos mejores, llenándonos de miedo por lo que vendrá o de ansiedad por lo que no sucederá.
Muchas enfermedades, problemas y conflictos, están relacionados con nuestra excesiva atención al pasado o al futuro.
Es cierto que nuestro pasado nos afecta, en la medida de que vivimos las consecuencias de los que hicimos o dejamos de hacer.
Pero nuestro bienestar también está relacionado con las decisiones, acciones y relaciones que vivimos en nuestro presente porque, de hecho, nos podemos “sacudir” de nuestro pasado, muy fácilmente, si así lo queremos.
Tener un proyecto de vida no es olvidarse de vivir en el presente; es elegir el presente que hoy queremos vivir y lo que queremos mantener de nuestro presente, en el futuro.
Pero puede ser que nuestro presente no nos satisfaga en varios aspectos. Por eso, tener un proyecto de vida, también es identificar la situaciones que ahora queremos cambiar para poder vivir “nuestros sueños”; en este sentido, proyectar nuestra vida es una manera de vivir un presente, cada vez mejor.
¡Vive TU proyecto, con lo mejor que te ofrece tu presente, elige lo que quieres mantener y lo que quieres cambiar en tu presente!
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