No te engañes con la pregunta “¿Quién soy?”.
Eres auténtico, único e infinito en posibilidades, pero hay cinco moldes que pueden engañarte y bloquear tu proyecto de vida.
¿Quién eres?, ¿Quién quieres ser?, ¿Quién debes ser?
Cuando todavía estaba en el colegio, tuvimos una convivencia con las estudiantes de otro colegio; una de las dinámicas inició con la pregunta “¿Quién soy?”. Acostumbrados a presentarnos por nuestro nombre, edad y rol, el primero contestó algo así: “Soy Juan Pablo, tengo 15 años y estoy en cuarto de bachillerato (en ese tiempo, se decía así y equivale al 9° grado de ahora).
La coordinadora de la actividad lo cuestionó: “¿Eso eres?” y se dirigió a todo el grupo: “Yo no les he pedido que digan su nombre, ni su edad ni lo que hacen… Quiero que me digan quién son.” Y agregó: “Si sus papás les hubieran puesto otro nombre, ¿Serían otra persona distinta?, el año pasado que tenían un año menos, ¿Eran otro diferente?, o cuando vayan a la universidad, ¿Ya no serán ustedes?”.
Y finalizó: “Quiero que todos contesten la pregunta de ‘Quién soy’ pero desde el fondo de su corazón… Ahora sí, dinos Juan Pablo: ¿Quién eres?”.
No recuerdo lo que él contesto. Lo que sí recuerdo es que muchos no supimos qué responder o inventamos respuestas insólitas, filosóficas o rebuscadas para salir del apuro. Al final, cuando sonó la campana, así era de verdad, nos sentimos aliviados al dar por terminado el ejercicio.
La pregunta más valiosa con respuestas insignificantes
Por siglos, la humanidad se ha preguntado en boca de filósofos, artistas, gobernantes, educadores y ciudadanos, común y corrientes, “¿Quién soy?”. Desde la antigua Grecia hasta nuestros días, pareciera ser la pregunta más repetida y más inquietante.
¿Cómo puede ser que durante tanto tiempo la pregunta “¿Quién soy?” se mantenga vigente y abierta para nuevas respuestas?
El hecho es que sí ha sido respondida, pero sólo parcialmente; cada persona, de alguna manera, la ha contestado de acuerdo con su contexto moral, normativo, político, filosófico, es decir, de acuerdo con sus circunstancias históricas. Pareciera que es muy difícil, si no imposible, responderla de manera “objetiva”, sin la distorsión de la situación en la que se vive.
Tal vez, los seres humanos somos todo lo que se ha predicado de nosotros durante siglos y lo que se diga en los venideros; es como si la respuesta correcta fuera el acumulado de todas las respuestas posibles, acotadas cada una por su contexto.
Entonces, nos enfrentamos a la paradoja de tener una pregunta, acaso la más valiosa que nos podamos hacer, con miles de respuestas sesgadas, parciales y de dudosa certeza.
Dicho de otra forma, la pregunta más valiosa la contestamos con opiniones muy poco significativas para todas las personas, independientemente de su época o circunstancias.
No obstante, la humanidad seguirá preguntándose “¿Quién soy?”.
Y tú, ¿Quién eres?
Haz de cuenta que hoy estás entre los estudiantes de la convivencia y ya conoces la consigna de la facilitadora de la dinámica. ¿Tú quién eres?
Por favor, haz el ejercicio en este mismo momento antes de seguir leyendo; en tu mente o en un papel registra una respuesta sincera: que tú sepas que es cierta para ti, al menos por ahora.
¿Ya la pensaste?, ¿Ya la escribiste?
No avances hasta tener mínimo una respuesta a la pregunta ¿Quién soy?
¿Listo?
Ahora que ya tienes por lo menos una respuesta, revísala con los siguientes criterios para que puedas identificar si es “Tu” respuesta o si sólo es “una” afirmación fabricada con algún molde preestablecido.
Cinco trucos para descubrir los moldes del engaño
Muchas veces cuando damos respuesta a las preguntas existenciales más importantes, usamos moldes, hormas o modelos que determinan la forma engañosa como las contestamos.
Como tú tienes al menos una respuesta a la pregunta “¿Quién soy?”, descubre si has utilizado alguno de estos moldes:
1. Creencias de otros: lo que tus padres, tus hermanos, tus amigos, tus profesores, tus guías espirituales, o cualquier otra persona, ya habían dicho de ti y tú lo repites ahora.
Truco 1: las creencias de los otros sobre ti priman mucho más de lo que tú piensas de ti mismo, si tú puedes alargar tu respuesta con la frase “…, así como me lo dijo fulanito de tal” y descubres que así funciona.
Por ejemplo: “Soy malo para el estudio o para la lectura, así como me lo dijo mi maestra de primer grado.”
2. Comparación con otros: descubres que tu opinión ha surgido como resultado de compararte con otra persona que tú conoces o con un personajes de la historia.
Truco 2: tu respuesta es engañosa si tú puedes continuar tu respuesta con la frase “…, así como fulanito de tal” o “… distinto a fulanito de tal”.
Por ejemplo: “Soy muy sincero y confiable, así como Benjamín Franklin.”, o “Soy normal y poco creativo, distinto a [tu amigo o distinto a] Steve Jobs”
3. Circunstancias: comprendes que tu respuesta está claramente ligada a una situación específica del entorno actual o reciente de tu vida.
Truco 3: sospecha de tu respuesta si la puedes extender con la frase “…, de manera que [no] puedo aprovechar o resolver tal circunstancia”.
Por ejemplo: “Tengo mucha iniciativa y soy un emprendedor, de manera que puedo aprovechar o resolver el reto de crear una nueva app.”, o “Soy muy temeroso, poco fuerte, yo diría débil, de manera que no puedo aprovechar o resolver mi relación con Laura”.
4. Emociones o pensamientos: tu afirmación está determinada por sentimientos intensos o por contenidos de tu pensamiento, que hacen parte de tu vida reciente o actual.
Truco 4: caes en el engaño si puedes ampliar tu respuesta con la frase “…, así como me estoy sintiendo”, o “…, de acuerdo con lo que pienso ahora”.
Por ejemplo: “Soy muy ansiosa, así como me estoy sintiendo.”, o “Soy un ser de luz, de acuerdo con lo que pienso ahora”.
5. Expectativas: tu declaración está fuertemente determinada por tus deseos, tus sueños, tus aspiraciones o tus expectativas actuales.
Truco 5: tu respuesta no es del todo cierta si la puedes continuar de manera natural con la frase “…, porque necesito ser así para…”.
Por ejemplo: “Soy muy disciplinada y fuerte de carácter, porque necesito ser así para enfrentar mi divorcio”.
Si tu(s) respuesta(s) a la pregunta “¿Quién soy?” ha(n) sido moldeada(s) por alguna de estas variables, te invito a reconocer que hoy tal vez reconozcas como verdadera tu respuesta pero que se trata de “verdades a medias” porque tú eres mucho más que eso.
Más allá de las creencias de otros sobre ti, de cómo te compares con los demás, de las circunstancias que estés viviendo, de tus emociones, pensamientos o expectativas, eres eso y mucho más que eso, porque eres único e infinito.
Ser único es tener una identidad sin igual, propia e irrepetible.
Ser infinito significa que no puedes ser reducido a ninguna respuesta que te den o que tu formules respecto a “¿Quién soy?”, simplemente porque tu valor como persona es mayor que cualquier concepto o característica que te describa.
Cambia la pregunta
De hecho tú puedes ser lo que tú te propongas ser, si desarrollas las habilidades necesarias y haces lo que corresponde.
Por eso, te sugiero que cambies la pregunta de “¿Quién soy?” por la de “¿Quién estoy siendo?”, “¿Quién quiero ser?” o “¿Quién debo ser ahora?”.
Si tu intuición es la protagonista de tu respuesta, permitiéndote definir quién estás siendo o quieres ser ahora, o si es tu conciencia la que te invita a responder ante las demandas de tu vida, identificando quién debes ser ahora, siempre estarás dando un paso significativo para hacerte más dueño de tu vida, para vivir TU proyecto de vida.
Eso sí, cuando tengas la respuesta de quién quieres o debes ser ahora, vuelve a preguntarte si se trata de una respuesta generada por ti mismo, auténticamente tuya, o si ha sido elaborada o modelada con uno de los cinco moldes preestablecidos y no la sientes como tuya de verdad.
Tu reto es ser auténtico, único e infinito en posibilidades. No dejes que nadie ni nada te engañe con falsas o miopes respuestas.
Ahora, responde rápidamente: ¿Quién quieres o debes ser?. Más adelante podrás elaborar tu respuesta.
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