Siete momentos en los que no se vale pensar
El pensamiento es una potente herramienta para vivir tu proyecto de vida y tu felicidad; sin embargo, sospechar del pensamiento propio o ajeno y aprender a dejar de pensar tanto en 7 momentos, o cuando sea necesario, puede hacerte más feliz.
¿Cómo cultivas tu capacidad para pensar mejor?, ¿Qué haces para trascender tu propio pensamiento?, ¿Cuáles son tus pensamientos que te llenan de positivismo?, ¿Cómo te haces daño con tus propios pensamientos?
Es importante tu pensamiento
“Piense antes de hablar”, “Piénselo, no me conteste ahora”, “Sólo le digo eso…, piénselo”, son expresiones que escuchas con frecuencia en tu relación con familiares, amigos o conocidos.
Estas frases reflejan la importancia que le damos al pensamiento, en nuestra vida cotidiana; podría decirse que la gran mayoría de nosotros reconoce el valor del pensamiento para la convivencia y las decisiones correctas.
De hecho, en la cultura occidental, desde muy temprano, se definió al ser humano por su racionalidad, es decir, por su capacidad para pensar.
No obstante, es curioso que cuando hablamos de pensadores famosos, la mayoría se refiere a Sócrates, Platón y Aristóteles. Muy pocos, identifican los miles de pensadores que han sucedido a los clásicos y, pareciera, que el oficio de pensar hace parte de la historia pero no del presente.
¿Qué es el pensamiento?
El pensamiento puede definirse de tres maneras: como capacidad, como actividad o como producto de la mente.
- Pensamiento como capacidad: es disponer del talento o tener la cualidad de poder pensar bien.
- Pensamiento como actividad: realizar algunas de las operaciones mentales tales como recordar, reflexionar, analizar, comprender, imaginar, proyectar, intenciones, etc.
- Pensamiento como producto: el conjunto de ideas, conceptos o frases que se producen con las actividades del pensamiento.
En resumen, el pensamiento es tremendamente poderoso, porque es el núcleo de muchas de las actividades humanas y ha sido el motor de gran parte de nuestra producción intelectual y cultural.
¿Para qué sirve el pensamiento?
Desde el punto de vista de nuestro proyecto de vida y de la búsqueda constante de la felicidad, el pensamiento, el pensar, nos sirve para:
- Sabiduría: capturar nuestra percepción de lo que nos ocurre o lo que vivimos y convertirlo en experiencia de vida, con su componente de aprendizaje y sabiduría.
- Autonomía: tomar distancia de lo que nos ocurre o de lo que hacemos; nos sirve para tener independencia de las personas o de las circunstancias que nos rodean.
- Realización: preparar nuestra ruta o las actividades y recursos que necesitamos para salir adelante con nuestros proyectos personales.
- Integridad: tomar decisiones que sean coherentes con nuestros valores y criterios, así como para muchos otros propósitos.
En fin, el pensamiento es una valiosa herramienta para diseñar y vivir nuestro propio proyecto de vida.
El pensamiento no lo es todo
Sin embargo, ten en cuenta que el pensamiento no es la realidad. Por eso, nunca me cansaré de decirte: ¡Vive tu proyecto de vida! Que no se quede en pensamiento.
Igualmente, te sugiero tener cuidado con aceptar incondicionalmente los pensamientos de los demás porque no son tus pensamientos, pueden tener intereses encubiertos que tú no conozcas y porque no son la realidad.
Aún más, cuídate de confiar demasiado en tus propios pensamientos porque muchas veces involucran distorsiones, filtros o interpretaciones que hacemos de la realidad.
Una persona inteligente, se acostumbra a sospechar o, por lo menos, a no confiar demasiado en todo lo que se le va ocurriendo o le van diciendo; por ejemplo, se ha comprobado que nuestros recuerdos son frecuentemente distorsionados y que la percepción de lo real, a veces, resulta remplazada por las ideologías y la propaganda.
Piensa para tu bien
Muchos de los grandes pensadores del pasado, pero también de esta época contemporánea, nos han enseñado a pensar en su justa medida, es decir, pensar cuando hay que hacerlo y suspender el pensamiento cuando es apropiado.
Incluso, hemos aprendido que el silencio, la presencia consciente, la reflexión, la meditación y la oración, son costumbres valiosas para desarrollar el potencial de nuestro pensamiento sin pensar demasiado.
¿Cuándo conviene suspender el pensamiento?
Te recuerdo: no dejes que mis pensamientos sean tu verdad sin, antes, haber reflexionado sobre ellos. Ahora bien, me parece que hay momentos en que es mejor no pensar… demasiado:
- Comprender: cuando dialogas con alguien y esa persona está hablando; por favor, escúchala sin estar pensando en que vas a decirle, cómo vas a refutar lo que dice, etc.
- Aprender: cuando escuchas un experto en un tema en el que tú no eres experto; ten mente abierta, comprende lo que dice y sigue el hilo de su explicación.
- Orientarte: cuando te habla una persona que te ama y quiere aconsejarte; descubre una forma distinta de ver las cosas y de percibir tus actuaciones y ya, más adelante, podrás pensar al respecto.
- Gozar: cuando estás viviendo algo verdaderamente bueno o cuando estás disfrutando uno de esos regalos asombrosos de la naturaleza o la generosidad de tu prójimo; ábrete a recibir el regalo de la vida y goza ese precioso momento… sin tener que pensar.
- Apasionarte: cuando estás entusiasmado, inspirado o muy motivado; disfruta la energía en acción y entrégate completamente a la tarea que disfrutas.
- Cuidarte: cuando estás realizando una actividad muy riesgosa; concéntrate en tu cuerpo, en tus movimientos, en las circunstancias que te rodean, en tus reacciones. No te distraigas pensando.
- Fortalecerte: cuando te invade la inseguridad, la angustia, la ansiedad, el dolor, el estrés o la tristeza, como resultado de pensamientos que aceptas y consientes; en estos casos, desecha esa carga negativa de pensamientos, sonríele a la vida y toma medidas para llenarte de poder interior.
En conclusión:
- Elige adueñarte de tu pensamiento
- Cuida lo que aceptas poner en tu cabeza
- Toma distancia crítica de tus propios pensamientos y de los ajenos
- Siempre cultiva tu maravillosa capacidad para pensar y para dejar de pensar, cuando sea necesario.
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