Proyecto de Vida y Otros Proyectos Personales: ¿Infelices para siempre?

Cinco herramientas eficaces para afrontar la infelicidad y el dolor

El dolor, la frustración y la infelicidad hacen parte de la vida; a veces se esconden en nuestros mejores propósitos y otras veces llegan sin avisar. ¿Cómo podemos afrontarlos?

¿Qué dirían los demás de tus quejas, tu dolor o tu infelicidad?, ¿Como mantienes tu infelicidad o te aferras a ella?, ¿En que momentos de tu vida has mostrado verdadero temple y valor?

Cuando la infelicidad cae del cielo

Texas uno de los estados más ricos de Estados Unidos ha vivido una desgracia; ciudades tan prósperas como Houston, han sido víctimas del poder implacable de la naturaleza. Nos hemos horrorizado con la devastación que ha causado el huracán Harvey en Haití, Barbados y varios estados de Norteamérica: cerca de 50 muertos, posiblemente más de 100.000 millones de dólares en pérdidas, en suma, la catástrofe natural más dolorosa para el Caribe y Estados Unidos en este siglo.

Imagen satelital de Irma (centro) Katia (izq.), y José (der), una rareza en el Altántico
AP en Clarin.com

Esta temporada de huracanes ha sido devastadora: Irma en Cuba, Haití y el Sureste de Estados Unidos, Katia en México -después de un violento terremoto-, José en las Antillas Menores.

Cuando la suerte le cambia a las personas que vivían en la prosperidad, hay dolor, frustración, desánimo e infelicidad; estos sentimientos son más duros, aún, en aquellos que han vivido en condiciones muy precarias -pobreza, enfermedad, soledad o exclusión-, cuando, de repente, se ven sometidos a afrontar inundaciones, pérdida de seres queridos o destrucción de sus bienes, en situación de desventaja.

Harvey, Katia, Irma y José han sido las más recientes catástrofes naturales, pero millones de personas en todo el mundo viven en la infelicidad, por circunstancias desfavorables que soportan continuamente o por acontecimientos desgraciados, que suceden sin previo aviso.

Cuando la infelicidad viene de adentro

En términos generales, la infelicidad se define como desgracia o suerte adversa. Todos nos hemos quejado, alguna vez, por situaciones adversas, por desgracias, por accidentes, etc. Cuando la infelicidad tiene un origen externo es más fácil enfrentarla; podemos evitar, eliminar o asumir, si no hay remedio, lo que nos hace infelices. Pero cuando la infelicidad tiene un origen interno, es decir, cuando nosotros somos los causantes de nuestra propia infelicidad o somos generadores de infelicidad para los demás, es más difícil reconocerlo y solucionarlo.

En los posts anteriores he reflexionado sobre el significado de la felicidad, los remordimientos, la paz y lo que no queremos, en función del proyecto de vida. Ahora he de agregar que en cada uno de estos cuatro aspectos puede esconderse una semilla para nuestra propia infelicidad:

Felicidad y paz: personalmente creo que cuando la felicidad o la paz se persiguen como fines en sí mismos, resultan momentáneas, evasivas, inalcanzables y se convierten en motivo de frustración; felicidad y paz son efectos secundarios, consecuencias deseadas o trasfondo de llevar una vida saludable, actuar con ética, contribuir a bienestar social y cultivar relaciones sostenibles.

Remordimientos: la culpa, los escrúpulos de conciencia, el arrepentimiento obsesivo, también son motivo de infelicidad, cuando no se traducen en aprendizaje o cambios importantes en nuestra vida.

Saber lo que no se quiere: enfocarnos exclusivamente en lo que no queremos, sin identificar y construir lo que queremos, también es fuente infelicidad, porque el ser humano no sólo está hecho para evitar el dolor sino para disfrutar el placer de crear, servir, transformar, amar y compartir.

Cuando la infelicidad nos invade, ¿Cómo podemos afrontarla?

La infelicidad tiene relación, la mayoría de las veces, con situaciones objetivamente dolorosas y adversas: enfermedad, muerte, soledad, injusticia, matoneo, enemistad, desplazamiento, violencia, persecución, pérdida de capacidades, aislamiento, catástrofes naturales, accidentes.

El dolor es inevitable en nuestras vidas; afortunadamente, hemos descubierto que el sufrimiento es opcional, porque sufrir, o no, depende más de nuestra actitud, nuestra respuesta ante las circunstancias y el sentido que le demos ese dolor.

Cinco recursos contra el dolor y la infelicidad

Hay cinco recursos que tenemos los seres humanos para liberarnos de las cadenas del dolor y la infelicidad:

1. Aceptación: el dolor y la adversidad son situaciones que pueden presentarse lo largo de nuestra vida y no las debemos desconocer sino que las debemos afrontar con valor y esperanza. Cuando le “das permiso” a la infelicidad de presentarse sin avisar, porque así es la vida, eres menos vulnerable.

2. Decisión: lo que cada uno de nosotros haga con las circunstancias de su vida, por dolorosas y adversas que sean, depende de si elegimos ser víctimas o sobreponernos a ellas.

3. Sentido: la infelicidad puede ser interpretada con realismo como una variable más en nuestra vida, como una consecuencia de nuestras acciones y omisiones, como una experiencia transitoria en momentos de cambio o adaptación a nuevas circunstancias, como una señal de advertencia o como efectos no esperados o secundarios de nuestro comportamiento. En suma, interpretada como una etapa en nuestro camino, se convierte en una maravillosa oportunidad para aprender a vivir mejor, tomando conciencia de lo que hay que cambiar, fortaleciendo nuestra capacidad para enfrentar el dolor y la adversidad, sin sufrirlo.

4. Actitud: las medidas que tomemos para la solución de aquello que nos causa infelicidad , las resoluciones que adoptemos, los comportamientos que tengamos y las acciones que emprendamos, nos ayudan si son pertinentes o si son coherentes con nuestra decisión de superar la infelicidad. Frente a la infelicidad podemos sobreponernos estudiando, cambiando de trabajo, viajando, buscando ayuda, pero superarla siempre dependerá de nuestra respuesta íntima.

5. Cambio: en el proceso de adoptar afrontar nuestra infelicidad nos vamos haciendo más fuertes, para que cambiemos nosotros y transformemos nuestra realidad; no repetir nuestra propia historia ni la de nuestros padres y no contribuir a mantener factores de infelicidad en nuestra sociedad, sobre todo aquéllos que podemos cambiar.