Tienes un cerebro muy inteligente.
El temor a lo desconocido, el miedo al cambio y muchos riesgos, pueden impedir que cumplamos nuestros propósitos o realicemos nuestros sueños.
¿Cuál fue tu último problema que podrías haber evitado?, ¿Qué haces ante los riesgos o peligros potenciales?, ¿Cuándo atajaste un riesgo o un peligro antes de que te afectara?
En la publicación anterior, vimos que tu cerebro es muy bueno para procesar información sensorial y facilitar tu conducta intencional. De lo que no hablamos es cómo logras controlar riesgos y peligros inminentes cuando tienes una intención o trabajas por un objetivo.
Volvamos al interior del refrigerador e imagina que la jarra del agua que necesitas para calmar tu sed está al fondo, detrás de la caja de la leche, el jugo de naranja, unos frascos de encurtidos y mermeladas: hay un montón de obstáculos para llegar hasta la jarra; también, alcanzas a ver que la jarra está llena casi hasta el borde.
No hay motivo para que te preocupes. Tu cerebro es bastante bueno para alertarte acerca de algunos riesgos implícitos: sabes que puedes tumbar la leche, el jugo, los frascos y derramar el agua.
De manera que apartas o sacas las cajas con la leche y el jugo y corres los frascos: en el proceso de cumplir una intención, realizas algunos movimientos adicionales para dejar un espacio libre por donde puedes sacar la jarra sin tumbar nada y sin hacer un reguero.
Igualmente, cuando el vaso está casi lleno, tu cerebro te “ordena” hacer el movimiento necesario para enderezar la jarra y volverla a su sitio, manteniendo el vaso en la otra mano sin derramar el agua.
De hecho, tu cerebro evade obstáculos y modula tus movimientos cientos de veces en el día, aún sin darte cuenta, para hacer posible el cumplimiento de tus intenciones.
No podrías culpar a tu cerebro por tumbar la leche o el jugo, por romper unos frascos o derramar el agua, si estás mirando para otro lado, conversando con esa persona que tanto te gusta y escuchando una anécdota que capta toda tu atención.
La única condición que te impone tu cerebro para controlar eficazmente los riesgos y peligros que pueden suceder cuando persigues tus intenciones, es un mínimo de atención y que te tomes el tiempo necesario para actuar con prudencia.
Eso es precisamente lo que distingue a los valientes.
Si lo haces, tu cerebro te ayudará a superar los obstáculos y a modular tu conducta para lograr lo que te propones.
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