El verdadero poder de las intenciones

Tu cerebro tiene todo para ayudarte. 

¿No haces lo que te propones?, ¿No cumples lo que prometes? Para la mayoría de nosotros, hay un abismo entre nuestras intenciones y lo que hacemos.

¿Cuáles han sido tus logros más recientes?, ¿Qué te permitió alcanzarlos?, ¿Cuáles son tus intenciones pendientes por cumplir?

El órgano más evolucionado de cualquier ser viviente es el cerebro humano; es más sofisticado que todas las supercomputadoras que hay en el mundo, aún si trabajaran juntas. 

Tu cerebro tiene una función predictora, esencial para moverte y sobrevivir. 

Supongamos que sientes sed, abres el refrigerador y coges la jarra del agua fría para servirte un vaso; tienes la intención de beber agua para calmar tu sed, pero primero debes tenerla en el vaso.

Todo el movimiento que haces desde sentir la sed hasta beber agua, es tu conducta intencional; es una secuencia de movimientos dirigidos consistentes en atrapar algo y consumirlo. 

Tu cerebro, en condiciones normales, te sirve efectivamente para procesar la información sensorial que te indica dónde está el refrigerador, la jarra con agua y el vaso; igualmente, tu cerebro es muy bueno ayudándote a mover el brazo para abrir la nevera y coger la jarra; sigue siendo un órgano muy eficaz para que puedas sacar la jarra con suavidad y puedas servir el agua sin derramarla. 

Tu cerebro te ha servido para decodificar información sensorial con gran precisión y para mover tu cuerpo con exactitud, imprimiendo la fuerza y la velocidad necesaria a cada movimiento. Esta ha sido la magnífica actuación de tu cerebro modulando tu conducta intencional. Así lo hace, cientos de veces, tal vez miles, en un solo día. 

Tu cerebro es muy bueno para la realización de todas tus intenciones cuando las traduces en tareas específicas, que sumadas te permiten grandes realizaciones. 

Transforma tus intenciones y objetivos de largo plazo, en agradables metas pequeñas que sean alcanzables en el corto plazo. 

¡Paso a paso se llega muy lejos! 

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