Cómo fortalecer a nuestros hijos y estudiantes.
Un recién nacido depende mucho del cuidado de sus padres y de un entorno favorable para sobrevivir. Pero, ¿Es vulnerable?
¿Cuáles problemas no tienes miedo de enfrentar y resolver?, ¿En qué situaciones te sientes vulnerable?, ¿Qué haces para ayudar a otros a ser menos vulnerables?
Un ser humano vulnerable se caracteriza por tener mucho riesgo de ser herido, física o moralmente; desde este punto de vista, los bebés, los niños y los adolescentes, son verdaderamente vulnerables.
No obstante, requerir muchos cuidados y estar expuestos a múltiples riesgos en las primeras etapas de la vida, sólo es una condición natural, común a muchas especies biológicas: la mayoría de las crías de mamíferos son vulnerables y requieren la protección de los mayores.
Esta vulnerabilidad es inevitable porque hace parte de nuestro desarrollo como personas y depende, en gran medida, de factores biológicos, psicológicos y ambientales.
Sin embargo, los adultos debemos estar alertas respecto de algunas pautas de crianza o educación que pueden mantener a lo largo del tiempo la vulnerabilidad de los más pequeños o, incluso, la pueden incrementar; por ejemplo, el modelo educativo del “Superhéroe al Rescate” que algunos padres o maestros podemos actuar.
Este modelo resulta inadecuado para la crianza o educación de los menores, porque distorsiona:
- Su idea de enfrentar los problemas: dándoles a entender que necesitan a toda hora la intervención de los adultos “todopoderosos”.
- La noción de solución de problemas: insinuando que necesitan siempre alguien que los ayude a escapar del peligro.
La vacuna contra este modelo que perpetúa y acrecienta la vulnerabilidad, puede ser descrita por las siguientes consignas:
- Nadie es perfecto ni se nos pide perfección.
- Tenemos la capacidad de adaptarnos a las circunstancias.
- Probemos cosas nuevas.
- Las cosas no siempre resultan como las queremos.
- Hay riesgos que podemos prevenir a tiempo.
- Podemos enfrentar los problemas y obstáculos.
- Los errores nos sirven para saber que todavía no estamos preparados.
- Aprendemos mucho del ensayo y del error.
- Podemos asumir un nivel normal de conflicto y de estrés cotidiano.
- Fortalecemos nuestros sistemas inmunológico, óseo y muscular.
- Desarrollamos nuestras habilidades, destrezas y competencias.
- Evitemos hacer el papel de víctimas.
Si interiorizamos estas consignas y las manifestamos con nuestras actitudes diarias, tal vez nuestros hijos o estudiantes aprendan que no necesitan un “Superhéroe al Rescate” y que aprender de problemas o errores sea una de nuestras ventajas evolutivas más importantes.
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