Integrando reglas a nuestra personalidad.
¿Cómo no sentirnos abrumados por tantos cambios que hay en nuestra vida?
Cuando crecemos o pasan los años, adoptamos nuevas actitudes y conductas para nuestro bienestar.
Cuando tenemos un problema de salud, debemos cambiar hábitos para recuperarnos.
Cuando cambiamos de residencia, de colegio, de universidad o de trabajo, cambiamos expectativas, costumbres y relaciones para adaptarnos al nuevo ambiente.
¿Cuáles son los cambios recientes más significativos en tu vida?, ¿Cuándo has cambiado con más facilidad?, ¿Cómo puedes adaptarte mejor a los cambios?
Hay dos retos que se nos imponen cuando hay cambios en nuestra vida o en la vida de las personas que cuidamos:
1. Que los nuevos comportamientos sean satisfactorios y gratificantes: responsabilidades, tareas, acciones, actitudes y relaciones.
2. Que las nuevas regulaciones sean comprendidas y adoptadas: procesos, procedimientos, técnicas, instrucciones, reglas.
Los cambios nos resultan menos abrumadores y más eficaces cuando nos regulamos “desde adentro” y estamos motivados, esto es, cuando hemos integrado, como propias, las nuevas regulaciones y estamos intrínsecamente motivados.
Para que esto suceda, tenemos que realizar un proceso psicológico que se suele llamar Integración: consiste en comprender y adoptar las regulaciones externas, es decir, aquellas que son ajenas a nuestro comportamiento habitual, de tal manera que ya no las consideremos “externas” sino emanadas auténticamente de nuestro “yo”.
Tres ejemplos:
Saludar, agradecer, ser educados, hacer las tareas, cumplir horarios, elegir buenos amigos, respetar a los demás, dejan de ser reglas de los mayores y pasan a ser actitudes con las que nos sentimos plenamente identificados.
Consumir muy poco azúcar o sal, reducir los carbohidratos o el tamaño de las porciones, beber dos litros de agua, hacer ejercicio, dormir ocho horas, tomar los medicamentos o los suplementos alimenticios a las horas indicadas, ya no son instrucciones médicas sino costumbres nuestras.
Nuevos horarios, nuevos lugares, nuevos códigos de vestimenta o de comportamiento, nuevas personas con quienes debemos relacionarnos, nuevas responsabilidades, dejan de ser “nuevas” y progresivamente nos familiarizamos con tales condiciones que llegamos a considerarlas “nuestras”.
Gracias a que integramos las regulaciones de los mayores, de nuestros cuidadores o de las instituciones, éstas ya no nos resultan ajenas y las consideramos guías para nuestra actuación, de acuerdo con las diferentes dimensiones o situaciones en las que estemos.
Padres de familia, profesores, médicos, psicólogos, entrenadores, supervisores y gobernantes, tenemos el reto de facilitar el proceso de integración de las regulaciones que convienen a los individuos, si queremos ser efectivos en nuestro rol, incrementar la motivación y proteger el libre desarrollo de la autonomía.
La auténtica motivación de los seres humanos, niños, jóvenes o adultos, incluye el hecho de integrar la regulación que sustenta la conducta intrínsecamente motivada.
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