La importancia de la internalización.
Fortalecer relaciones cercanas o íntimas, defender causas significativas o cultivar estilos de vida saludables, se basan en nuestra autodeterminación y motivación.
Mantener una dieta estricta, conservar el peso alcanzado, controlar los niveles de azúcar en la sangre, realizar las terapias o tomar los medicamentos durante el tiempo necesario, son retos médicos que también se basan en el compromiso de los pacientes.
¿Quiénes han influido en lo que te gusta hacer?, ¿Cuáles actividades te gustan?, ¿En dónde debes poner más motivación y compromiso?
Nuestro bienestar depende, en gran medida, de la manera como nos relacionamos con los demás y con el medio ambiente. La manera como nos relacionamos con todo aquello que está “afuera” de nosotros mismos, se refleja en nuestras interpretaciones, actitudes y comportamientos.
Por ejemplo, si decimos “el fútbol es una pérdida de tiempo”, “nunca gastaría tanto dinero en una entrada a una final” y “prefiero irme al cine”, estamos adoptando una relación antagónica con el fútbol; en cambio, nuestra relación con la Champions League es muy distinta si decimos: “esa final es algo digno de verse”, “me gusta mucho el fútbol” y “vamos a tu casa para ver el partido”.
Cuando nuestra relación con los otros y nuestro entorno, responde a nuestras características individuales, a la regulación imperante y a nuestro propio estilo de vida, la consideramos una relación adecuada o funcional, en términos adaptativos.
Afortunadamente, en nuestro ejemplo de la final de fútbol, ambas opciones son funcionales porque hay personas con gustos muy variados, los ciudadanos tenemos libertad de elegir nuestros pasatiempos y hay muchas maneras de pasar una tarde. Unos disfrutan el mero hecho de ver o estar en la final de la Champions y otros irían sólo si fueran “obligados” por alguien o por las circunstancias.
Los primeros, están intrínsecamente motivados para ver el partido y los segundos están desmotivados o no motivados para hacerlo.
Pero en la vida, hay muchas situaciones donde tenemos que adoptar conductas y reglas que no nos motivan intrínsecamente; por ejemplo, cuando recibimos tratamientos médicos incómodos o dolorosos, cuando tenemos que obedecer a nuestros jefes o figuras de autoridad, o cuando queremos agradar a nuestros padres, maestros o pareja, haciendo lo que a ellos les gusta.
La adopción de tales conductas, con las correspondientes reglas, valores, actitudes y modelos, generalmente la denominamos internalización porque alude al hecho de incorporar algo de afuera hacia adentro, esto es, algo que está en nuestro entorno y queremos, o debemos, mostrar como propio.
Por ejemplo, si nuestro padre, o nuestro jefe, nos invita a ver el partido de fútbol, aunque no sea de nuestro interés, tal vez veamos una oportunidad de fortalecer esa relación, o aprender de fútbol, y queramos acompañarlo. Este proceso implica que internalicemos la hora y el lugar del encuentro, la vestimenta apropiada, las cosas que hemos de decir o callar, la oportunidad y la manera de celebrar, el equipo al cual le haremos barra, etc.
La internalización es un proceso relevante en todos los escenarios de crianza y educativos, así como en una variada gama de situaciones sociales en las que nos vemos sumergidos constantemente: trabajo, tratamientos médicos, entrenamientos, diversión, etc.
La efectiva internalización de comportamientos relevantes, hasta el punto de que puedan motivarnos, depende de nuestras experiencias previas, de nuestras necesidades psicológicas y de factores situacionales, de acuerdo con lo que sostiene la Teoría de la Autodeterminación (Ryan y Deci, 2000).
Si tales comportamientos relevantes son asociados a figuras significativas con quienes queremos fortalecer la relación interpersonal o con el desarrollo de nuestras competencias, es más probable que sean internalizados más efectivamente.
En resumen, la internalización es una forma de relacionarnos con nuestro entorno psico social y consiste en incorporar reglas, valores, actitudes y modelos de comportamiento que están “afuera” para hacerlos propios en procura de nuestro bienestar… Hacemos parte de sistemas dinámicos que nos resultan esenciales para vivir: internalizamos de manera similar a como nos alimentamos, nos hidratamos, respiramos o disfrutamos la puesta del sol.
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