La fama sólo es una estrategia comercial.
La fama es una estrategia de mercadeo en el mundo del espectáculo: atrae espectadores y genera ingresos. Sin embargo, los productores y los artistas saben que es una herramienta costosa y transitoria.
¿Quiénes son famosos ahora?, ¿El año pasado, quienes eran famosos?, ¿A quién beneficia la fama?
Se necesita inversiones millonarias para hacer que un artista o un espectáculo se vuelvan famosos; en muchas ocasiones la rentabilidad de la inversión es muy alta, pero en otras tantas, el retorno está por debajo de la inversión. En últimas, la búsqueda de fama no es un reconocimiento para el artista sino un vehículo de rentabilidad para quien puso el dinero.
La fama sólo es un fenómeno colectivo que pone en boca de muchos el nombre de una persona, una banda, un espectáculo, un político o un libro.
Fama es como “estar de moda” y todos saben que nada se mantiene de moda eternamente; incluso, muchas veces la fama se convierte en una carga abrumadora para las personas que se ven sometidas a la pérdida de su privacidad, al acoso de perturbados y a la crítica despiadada de seguidores.
Por eso, querer volverse famoso para alcanzar el bienestar y la felicidad, no es una estrategia inteligente puesto que no existe una relación causal entre fama y felicidad.
Además, el reconocimiento presente, así venga de millones de personas, no garantiza el éxito en el futuro.
La fama es algo incierto, volátil y pasajero.
Si tú tienes la oportunidad de ayudar a un niño o joven para que no caiga en la ilusión de perseguir la fama, enséñale que el bienestar, la felicidad y el éxito, se construyen con un estilo de vida sano, el desarrollo de habilidades, relaciones constructivas con los demás, la imaginación y el fortalecimiento de la autonomía.
La fama, si le llega, no valdrá mucho más que la satisfacción por el crecimiento personal y la conciencia de tener las decisiones, acciones y relaciones bajo control, en esa búsqueda incesante que llamamos vida.
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