Del poder ser mejor al abuso del poder.
“¡Tú puedes!” es una frase que le hemos dicho muchísimas veces a nuestros hijos o estudiantes, para animarlos a superar algún obstáculo o desarrollar una habilidad.
¿Qué puedes hacer ahora que no podías hacer antes?, ¿Cómo creces en poder interior?, ¿Cómo usas el poder que tienes?
Es innegable que la sensación de poder hacer algo es fuente de alegría, autoestima y desarrollo personal; por eso es necesario incluir en la educación de los niños y jóvenes, retos variados, situaciones dilemáticas y problemas.
Todas las formas de poder personal (poder hacer, poder decir, poder pensar, poder decidir, poder sentir, etc.) son formas de la autonomía y de la libertad, es decir, son expresión de lo que llamamos “poder interior”.
Cuando este ejercicio de poder individual es compartido por varias personas, observamos un grupo, una comunidad o una sociedad empoderada, el “empowerment” del que se habla en sociología, política o economía.
En la base de la democracia moderna, reposa la promesa de los ciudadanos empoderados, decidiendo su propio destino.
Pero el sano poder individual o colectivo son propensos a una distorsión: en algún punto, el poder asociado a la autonomía personal o grupal, puede ser usado para socavar o restringir la autonomía de otros.
Socavamos la autonomía de los niños o de los jóvenes con el argumento de que “están muy pequeños para”, que “no tienen elementos de juicio para” o “déjame, yo lo hago; tú no lo sabes hacer”.
Se socava la autonomía de los adultos y de las comunidades, cuando se usa el poder para interpretar y decidir sobre “lo que le conviene a las personas” así no estén de acuerdo con ello.
La línea que separa el sano ejercicio del poder, capacidad para hacernos mejor o para servir a otros, del abuso del poder, es una línea muy delgada.
El poder es una motivación entre otras, como la motivación de logro (alcanzar resultados) o de afiliación (relacionarse con otros).
Sin embargo, con el ejercicio del poder podemos experimentar también el cumplimiento de metas y el apoyo de los demás, de manera que el poder parece ser “una varita mágica” que pone todo a nuestra disposición.
El poder se convierte en una golosina para los glotones.
El poder te brinda talento, éxito y liderazgo relativos, lo que hace que en algún punto se pase del poder ejercido sobre sí mismo al poder ejercido sobre los demás. Al poder, por el poder mismo, y no por el bienestar de sí mismo y de los demás.
En ese punto, el poder deja de ser un atributo de la mejora personal o grupal y se convierte en un instrumento de opresión o manipulación.
Puedes leer ¿Qué esconde el poder?
Te invito a crecer en tu poder interior, ese poder que es la consecuencia de hacerte mejor y de servir más a los demás, ese poder que potencia tus fortalezas y tus valores.
Cuídate de traspasar la línea que separa el poder que ejerces sobre ti, al abuso de poder sobre los demás… Así, lo único que estarías haciendo, es borrar tu verdadero poder, ese poder interior que nace de ti y te hace brillar aún en los momentos más sombríos de tu vida.
No en vano, conocemos muchas historias de personas que han llegado al poder, han abusado del poder y con ello han labrado su propia mezquindad.
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