Guía práctica para decidir, actuar o relacionarte.
Vemos que el sol sigue una trayectoria en el firmamento, desde que amanece hasta que anochece; si lanzas una piedra, seguirá una trayectoria curva hasta que caiga; los seres vivos, nacen, crecen, se reproducen y mueren… Todo sigue una trayectoria claramente determinada.
¿Qué estás haciendo para guiar tu vida?, ¿Hay situaciones que quieres cambiar?, ¿Qué quieres lograr?
De alguna manera, toda trayectoria es un encadenamiento de causas y efectos. La relación que hay entre una causa y su efecto es la causalidad.
Los seres humanos no escapamos al principio de la causalidad: en todos los niveles (molecular, celular, orgánico, sistemas, organismo) funcionamos regidos por el principio de la causalidad: en nosotros, no hay eventos aislados o al azar, todo evento es causado.
Incluso, en nuestra vida emocional o mental, la causalidad es un principio fundamental: se admite que todo lo que pensamos o todo lo que sentimos es causado.
En la ciencia de la Psicología, se tiene establecido que una causa puede generar múltiples efectos y que un efecto puede estar generado por múltiples causas.
Aunque parezca enredado, todo en nuestra vida está sujeto a una compleja red de causas y efectos que se extiende más allá del principio de nuestra existencia y más allá del último día de nuestra vida.
Cuando tomas decisiones, realizas acciones o escoges relaciones, lo haces en un momento determinado de tu vida y estás condicionado por un plazo: una decisión, acción o relación no puede “estar en el limbo” eternamente. La vida no es vida sin decisiones, acciones y relaciones.
Por eso, no vale la pena tener en cuenta esa compleja y casi infinita red de trayectorias de causas y efectos siempre que vas a decidir, actuar o relacionarte, porque tú no puedes controlar todas las causas ni predecir todas las consecuencias.
Dos suposiciones prácticas
De manera que lo más práctico es suponer que hay unas pocas causas importantes y unos pocos efectos significativos en cada momento de tu vida.
Igualmente, puedes suponer que esas causas y esas consecuencias son de corto plazo, es decir, que sólo son importantes las causas más recientes y los efectos más inmediatos.
Más allá, es decir, causas distantes en el pasado o consecuencias lejanas en el futuro, no pueden ser [fácilmente] conocidas por ti.
Dos valores prácticos
Vive tu proyecto, vive tu vida, con responsabilidad: siendo consciente de las causas y las consecuencias inmediatas más importantes para cada decisión, acción o relación significativa.
Pero, vive con la libertad de saber que la causalidad sólo es una medida de las probabilidades de que algo suceda; la causalidad no es inflexible ni una fatalidad en tu vida.
Sutiles cambios en tus decisiones, acciones o relaciones, pueden producir resultados muy diferentes a los previstos: siempre habrá lugar para las sorpresas. ¡Este es el milagro de vivir!
Sigue por Email este blog, suscríbete o hazte seguidor para estar actualizado; tú pones la causa y yo pongo la consecuencia
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tus comentarios son muy valiosos. Gracias.