Desaprender para aprender.
El primer día de colegio es inolvidable: para los más pequeños y sus mamás, a veces, es desgarrador; para los más grandes es emocionante.
¿A cuáles educadores recuerdas con cariño?, ¿Cómo te educas a ti mismo?, ¿En qué planeas seguir educándote?
El colegio es uno de los escenarios donde transcurre el proceso de socialización de niños y adolescentes, llamado educación.
Muchos adultos tienen hermosos recuerdos de sus años colegiales, pero también hay quienes tienen dolorosas memorias.
La educación es una actividad que tiene tres intenciones prácticamente universales:
- Estimular y desarrollar las características, cualidades y potencialidades.
- Guiar por el camino de la virtud moral, el conocimiento y la madurez afectiva.
- Incitar a la acción autónoma, libre y responsable.
De esta manera, se facilita la socialización y el empoderamiento de niños y jóvenes.
En casi todas las culturas, los primeros educadores son los adultos más cercanos: padres, abuelos, tíos, en suma, la familia extensa; la institución escolar complementa el esfuerzo de la familia y educa a través de metodologías y procesos especializados y eficaces.
No obstante, hoy tenemos que ir más allá de dos pares claramente asociados a la educación tradicional: familia-profesores y niños-jóvenes.
La educación es un proceso que debemos llevar a cabo durante toda la vida; por eso se habla de educación continuada, hace ya varias décadas. Poco sentido tiene seguir refiriéndonos exclusivamente a las duplas familia-profesores o niños-jóvenes, cuando hablamos de la educación como un proceso que incluye a los adultos sin limitación de edad.
Las nuevas tecnologías, los avances en ciencia, artes y humanidades, y la transformación de la sociedad, nos obligan a seguir aprendiendo, sacar lo mejor de nosotros mismos en todo momento y crecer con el paso del tiempo.
Justamente por esta dinámica social, tenemos que ser capaces de desaprender, superar las programaciones anteriores y liberarnos de cualquier atadura. En cierta manera, la educación continuada a lo largo de la vida, debe servirnos para dejar atrás la educación que recibimos cuando éramos niños o jóvenes, si queremos hacerle justicia a la grandeza de quienes nos educaron.
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