Una intención puede convertirse en tu proyecto de vida.
La intención es un motor de desarrollo cuando se convierte en acción. El intento es, muchas veces, el paso intermedio entre las buenas intenciones y la acción eficaz.
¿Qué te gustaría intentar?, ¿Qué debes intentar para mejorar tu vida?, ¿Qué hace falta para que lo intentes?
El papá ligeramente agachado, sostiene en pie a su bebé cogiendo sus manitos; a dos o tres metros, la mamá sonríe y agita en su mano el juguete preferido de su bebé. Entre los dos lo animan a dar sus primeros pasos y celebran todos sus intentos.
Ambos padres saben que el bebé puede caerse, golpearse y desanimarse, pero eso no los desalienta a estimular a su hijo para que aprenda a caminar.
Es más, ellos saben que su bebé tiene la capacidad de caminar y que basta con motivarlo para que dé sus primeros pasos. De ahí en adelante, la libertad que vivirá al caminar será su propia motivación.
“Nada pierdes con intentarlo” es una frase poderosa para ti o para otra persona.
Aunque haya riesgos involucrados en lo que intentamos, muchas veces los beneficios que podemos obtener justifican plenamente el “Nada pierdes con intentarlo”.
Los intentos vividos con la actitud de “Nada pierdo con intentarlo”, pueden ser un pasaporte para que puedas hacer realidad tus sueños.
Cualquier intención genuina, por simple que parezca, puede llegar a ser todo un proyecto de vida. De hecho, un proyecto de vida no es otra cosa que una intención de hacer algo, cumplir un deseo o lograr un objetivo.
De manera, que la próxima vez que quieras intentar algo bueno, tómate en serio, valora los potenciales beneficios, protégete ante los riesgos más significativos y da los pasos necesarios.
Esta actitud resuelta y valiente, probablemente te impulsará para ir a donde quieres llegar. En todo caso, te permitirá experimentar la libertad, la alegría y la esperanza que brinda el “Nada pierdo con intentarlo”.
¡Intenta lo que hoy debes hacer!
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Excelente artículo.... la vida sin un proyecto no tiene sentido.
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