lunes, 23 de marzo de 2020

Yo me quedo en casa

De la obligación a la motivación.


(Al final, hay un video de esta publicación)

Disfrutar la magia de los parques de Disneyland en familia, donde las niñas se sienten princesas y los adolescentes experimentan el vértigo en las montañas rusas, ha sido una de las vacaciones soñadas para muchos.

¿Cómo asimilas la obligación de quedarte en casa?, ¿cómo te motivas en estos días?, ¿cómo motivas a los demás?

La familia García López había planeado, con seis meses de anticipación, hacer el viaje de dos horas desde Tijuana hasta los parques de Disneyland, en California, para celebrar el quinto cumpleaños de Valerie, ese 2009.

José Luis, Psicólogo, trabajaba en una refinería del nororiente de México; estaba casado con María Guadalupe, pedagog. A finales de 1992, tuvieron a Francisco, Margarita nació en 1997 y, por último, Valerie, en el 2002.

Para la Semana Santa del 2009, José Luis había pedido tres días compensados por haber trabajado durante una emergencia meses atrás; él volaría tres horas desde Cadereyta hasta Tijuana, donde su familia lo estaría esperando con todo listo para viajar a esas vacaciones soñadas.

La frustración


Lo que no esperaban los García López, es que tres días antes se detectaran los primeros casos de la gripa A-H1N1 en México y que, simultáneamente, los parques de Disneyland anunciaran un cierre temporal para prevenir el contagio de esa enfermedad que ya empezaba a dar señales de pandemia. De manera que José Luis le dijo a María Guadalupe que la cosa se estaba poniendo complicada, cuando la llamó desde el aeropuerto de Cadereyta, antes de abordar.

Cuando llegó a Tijuana, María Guadalupe ya había confirmado el cierre de los parques, que las autoridades fronterizas habían implementado controles adicionales para evitar el ingreso de enfermos a su territorio y que el alcalde había invitado a todos a quedarse en casa.

“Tocó quedarse en casa” fue el baldado de agua fría que cayó sobre toda la familia ese sábado.

“Tranquilos que vamos a hacer todo lo posible para ir tan pronto podamos, tal vez en las próximas vacaciones o a finales de este año”, fue la frase de esperanza que se dijo esa mañana de sábado. El momento, fue muy difícil para todos y cada uno reaccionó de diferente manera por el frustrado viaje.

El más molesto con la situación fue Francisco porque no estaba de acuerdo con no viajar, al menos, a otra parte; Margarita prefirió callar, para disimular su profunda tristeza y Valerie lloró varias veces por no poder abrazar a Blancanieves, Cenicienta, Ariel, Mulán ni Pocahontas.

José Luis y María Guadalupe sintieron que su corazón se les partía de dolor pero sabían que, quedándose en casa, estaban haciendo lo mejor para el bien de la familia. El sábado en la noche, estuvieron hablando de sus hijos y de qué podían hacer para motivarlos a pasar una semana agradable.

Entre el domingo y el lunes las cosas no estaban saliendo bien. Francisco le echaba la culpa a todo el mundo por su encierro, Margarita decía que se sentía aburrida y Valerie perdió su Barbie; María Guadalupe comenzó a sentirse desbordada por los llamados de todos y José Luis tampoco encontró su merecido descanso.

El martes, durante el desayuno, Francisco dijo: “yo les dije que era mejor haber ido a cualquier parte…”; “…que quedarnos aquí”, pensó María Guadalupe; “no hemos hecho nada”, comentó Margarita y “yo no tengo con quien jugar”, se quejó Valerie. Los esposos se miraron y comprendieron que tenían que hacer algo urgente.

La motivación


Por su trabajo, ambos eran expertos en motivación y sabían que las conductas de prevención se basan en la manera como las personas interiorizan las normas y los motivos. “Vamos a aplicar un programa de motivación con nuestros hijos o esto se nos vuelve invivible”, acordaron.

“Lo primero que tenemos que hacer es facilitar que cada uno de ellos, comprenda esta quedada en casa como algo buenos para sus intereses individuales y pasatiempos”, dijo Francisco.

“Y que cada uno se sienta aceptado en nuestra familia, a pesar de que estén molestos o nerviosos”, agregó María Guadalupe.

“En el caso de Francisco, creo que lo mejor es que aproveche estas vacaciones para hacer esos ejercicios que aprendió en el gimnasio. A propósito, ¿al fin le compramos las pesas?”, preguntó José Luis. “Sí, precisamente llegaron la semana pasada, pero no se las he dado”, contestó María Guadalupe.

Y continuó diciendo: “Con Margarita, la cosa tal vez es más fácil; ella ha querido aprender a tejer lana con dos agujas; mi mamá me regaló unas que ya no usaba mucho y se las podemos dar”

“¿Y cómo motivamos a Valerie?”, preguntó José Luis. “Voy a sacarle toda la colección de muñecas y esa casita que le regalamos cuando tenía tres años. Todavía podrá meterse a jugar con las Barbies que es lo que tanto le gusta”.

“Este es un buen comienzo: que los niños comprendan que estar en casa es una oportunidad para hacer lo que más les gusta… ¡Motivación intrínseca pura!”, exclamó José Luis.

Francisco recibió con gusto las pesas, se cambió y se puso a entrenar. En menos de dos horas, Margarita ya había alistado las agujas y lana de diferentes colores; vió tres videos por Youtube. Y Valerie recibió las muñecas y la casita con mucha emoción, como si fuera un regalo nuevo. En fin, parecía que la motivación de los tres brotaba desde muy adentro.

En la tarde, José Luis le preguntó a su esposa: “Corazón, ¿cómo crees que debemos motivarlos cuando no estén haciendo ejercicio, tejiendo o jugando?”.

La ruta de la autodeterminación


“Mira, como el objetivo es motivarlos para estar en casa y que se sientan bien, nos toca seguir la ruta de la autodeterminación”. Para ambos esa ruta era clara y consistía en motivar a cada uno de sus hijos, aprovechando sus propios motivos o reglas, en cuanto fuera posible.

Resumamos rápidamente lo que ellos resolvieron:

Paso 1:


“Todos los días, estando en casa encontrarán momentos para hacer lo que más disfrutan; lo importante es que lo hagan cuando quieran y el tiempo que quieran”, fue la manera como describieron el primer paso de la ruta: motivación intrínseca, donde predomina el interés personal, el gozo y la satisfacción inherente en la realización de la actividad o la aceptación de las restricciones.

Paso 2:


“Vamos a ayudarles a interpretar de manera positiva el hecho de quedarse en casa: Francisco que lo vea como la oportunidad para entrenarse y otra forma de cuidarse; Margarita, que es tan creativa, como oportunidad para desarrollar ese talento y Valerie, como oportunidad para jugar más tiempo e hacerlo también con nosotros”, así aplicaron el segundo paso motivación integrada, donde predomina el sentido de integridad y congruencia de la conducta con la identidad consciente.

Paso 3:


“Vamos a guiarlos para que puedan descubrir otras razones importantes o valiosas, para ellos mismos, de quedarse en casa”, fue la descripción del tercer paso motivación identificada, donde predomina el criterio personal y la percepción del valor o importancia de la conducta específica. 

Paso 4:


“Cuando sea necesario, vamos a recordarle que deben quedarse tranquilos en casa; que esa es nuestra obligación en estos días y que si lo hacen, vamos a encontrar la oportunidad de viajar a Disney”, como una definición del cuarto paso motivación introyectada, donde predomina la invitación al autocontrol o al “asumir tu responsabilidad”, con la expectativa de obtener recompensas externas o evitar castigos de terceros.

Paso 5:


“Finalmente, podemos recurrir a la autoridad del alcalde y a la nuestra, para dejarles muy en claro que todos tenemos que respetar la norma de quedarnos en casa”; así formularon el quinto paso motivación externa, donde predomina el sentido de la obediencia a una figura significativa, también con la expectativa de obtener recompensas externas o evitar castigos de terceros.

Lo cierto es que el resto de la semana fue muy distinta; se respiró un ambiente más relajado y hubo una actitud más positiva en todos. Francisco se ofreció a cortar el césped, Margarita también estuvo pintando con acuarelas, José Luis se encargó de jugar con Valerie y María Guadalupe pudo leer el libro que tenía sobre la mesita de noche.

En fin, cada uno se motivó de manera distinta y el domingo, estuvieron de acuerdo en que haberse quedado en casa no había sido tan malo como parecía al principio, colaboraron con los oficios en casa, jugaron en familia y se sintieron más unidos.


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(Los personajes y los hechos originales de esta narración han sido modificados para preservar la identidad de las personas y contribuir al propósito educativo) 

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