domingo, 22 de diciembre de 2019

¿Premios o castigos para educar o gerenciar?

Condiciones externas que afectan nuestra motivación. 


(Al final, hay un video de esta publicación)

¡Nos sentimos contentos cuando ganamos un premio o escapamos de un castigo!

Los premios y castigos hacen parte de nuestra vida cotidiana, del colegio o del trabajo. Incluso, algunas de nuestras relaciones se reducen a sólo esperar un premio o temer un castigo. 

¿Cómo ves los premios o castigos?, ¿Qué te baja el entusiasmo?, ¿Qué te desmotiva? 

La motivación intrínseca consiste en estar dispuestos a hacer algo porque disfrutamos con ello; por ejemplo, nos gusta bailar, pintar, jugar, experimentar, leer, viajar o trotar y siempre que tenemos la oportunidad de hacerlo, lo disfrutamos. 

Poder hacer esas cosas que disfrutamos es muy importante para nuestro desarrollo individual y social, así como para nuestra felicidad. 

Algunos investigadores, han propuesto que la posibilidad de fortalecer nuestra autonomía y desarrollar nuestras competencias explica por qué algunas actividades nos motivan “desde adentro”, o intrínsecamente, y otras no. 

Dicho en otras palabras, una actividad nos motiva auténticamente mientras la experimentamos como una libre elección (poder ser autónomos) y como un reto acorde con nuestra capacidad (poder ser competentes). 

La motivación intrínseca radica, entonces, en nuestra experiencia de autonomía y competencia. 

Pero todavía seguimos “motivando” y “siendo motivados” con estrategias ineficaces, aunque haya mucha evidencia científica sobre el impacto positivo que tiene la motivación intrínseca en el estudio, el deporte, el trabajo, el cuidado de la salud y la vida en sociedad. 

Hoy por hoy, muchos psicólogos sostienen que son ineficaces porque las estrategias que dificultan la satisfacción de nuestras necesidades básicas psicológicas, debilitan o bloquean nuestra motivación intrínseca “natural” por algunas actividades. 

Por otra parte, las estrategias orientadas al control de nuestra conducta, a través de premios o castigos externos, también disminuyen o impiden nuestra motivación intrínseca. 

Por ejemplo: 
  • “Anderson, Manoogian, y Reznick (1976) hallaron que cuando los niños trabajaban en una tarea interesante en presencia de un adulto extraño que los ignoraba y no respondía a sus iniciaciones, resultaba en un nivel muy bajo de motivación intrínseca”. 
  • También Ryan y Grolnick (1986) observaron una motivación intrínseca más baja en estudiantes que percibían a sus maestros como fríos y poco afectuosos. 
  • Un meta-análisis (Deci, Koestner, & Ryan, 1999) confirmó que la mera expectativa de recompensas tangibles por el desempeño en una tarea, reducirá efectivamente la motivación intrínseca. 
  • Otro meta-análisis confirmó que “las recompensas tangibles de hecho socavan la motivación intrínseca de un comportamiento, especialmente si las recompensas dependen de la conducta que se espera al hacerlo y son relativamente notables (Deci et al., 1999). 

Por lo tanto, cinco estrategias adversas o ineficaces para la motivación intrínseca (Deci y Ryan 2015) son las siguientes: 
  • “Si haces esto, te doy un regalo o te ganas una bonificación” y toda clase de recompensas externas o sobornos
  • “Ten en cuenta que estás obligado a hacer esto” y cualquier uso de coerción externa
  • “Aunque no te guste, tienes que hacer esto, o lograr este resultado, antes del plazo” y todas las directrices externas del desempeño individual. 
  • “Debes hacer esto o tendrás que atenerte a las consecuencias; te estaré observando o evaluando” y cualquier amenaza o situación que genere miedo o la sensación de estar siendo vigilados. 
  • “Hazme caso si quieres que te quiera” y cualquier invitación a ceder autonomía para sentirse amado o apreciado. 

En resumen, las condiciones externas que desconocen nuestra necesidad de actuar con autonomía y mejorar nuestras competencias, incluyendo ciertos premios o castigos, son ineficaces para fomentar nuestra motivación intrínseca o la disminuyen. 

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