domingo, 1 de diciembre de 2019

Hacer lo que nos gusta, ¿Puede ser nuestro proyecto?

Cinco criterios para entender la motivación intrínseca. 


(Al final, hay un video de esta publicación) 

La curiosidad, la atracción por lo novedoso, el deseo de aprender y enfrentar desafíos, así como el juego, en los niños más pequeños, es un buen ejemplo de una positiva tendencia humana. 

¿Cuáles actividades disfrutas?, ¿Qué has aprendido haciéndolas?, ¿Qué nuevas actividades podrías disfrutar de verdad? 


Esa tendencia humana que expresan los niños pequeños cuando son criados en condiciones favorables, es la motivación intrínseca. 

Ésta es la última entrega de las publicaciones que hemos dedicado a revisar los cinco tipos de motivación.

Definición 


La motivación intrínseca se refiere al “hacer una actividad por la satisfacción inherente que ocasiona la actividad por sí misma” (Ryan y Deci, 2000), dado que la persona la encuentra interesante, agradable o divertida. 

Por ejemplo, un niño corre por el parque y disfruta subiéndose y bajándose de los árboles o los “juguitos”, va sin un rumbo definido y se divierte con los retos. Un adolescente se sumerge horas y horas en su guitarra eléctrica o la batería, componiendo sus propias tonadas y canciones, aún sin intención de tocarlas en familia o en el colegio. 


Factores 


Parecería contradictorio hablar de “factores” de la motivación intrínseca porque hemos definido este término como los “eventos externos que influyen”; sin embargo, el ser humano siempre está inmerso dentro un contexto determinado y son las diferentes circunstancias un factor importante en su motivación. 


Cuando es intrínseca, la motivación tiene los siguientes factores: 
  • Actividad atractiva, novedosa, retadora o con valor estético. 
  • Comunicación positiva, incluyendo la retroalimentación, sobre el progresivo desarrollo de las competencias y la efectividad. 
  • Libertad para decidir y actuar en función de la situación externa. 

Una muy larga caminata con los amigos por una montaña “inexplorada” (actividad), un ambiente de reto y colaboración para escalar los pasos más difíciles (comunicación) y flexibilidad para elegir el rumbo a medida que aparecen obstáculos insalvables u destinos atractivos (libertad), es un ejemplo de cómo intervienen los factores externos en posibilitar la motivación intrínseca. 


Experiencia 


La definición de arriba ya nos dice que experimentamos gozo y satisfacción, cuando nos sentimos motivados intrínsecamente, aún ante los retos que suponga la actividad. 

No obstante, aunque se trate de actividades interesantes, agradables o divertidas, es necesario que: 
  • Impliquen desarrollar nuestras propias habilidades, competencias o conocimientos 
  • Tengamos un sentido de elección de la actividad y oportunidades para nuestra propia autodirección, debido a que esto permite un mayor sentimiento de autonomía (Deci & Ryan, 1985). 

Aquí nos conviene recordar que estos principios de la motivación intrínseca “(…) no se aplican a actividades que no presentan tales atractivos (interesante, agradable o divertida), debido a que (…) no se experimentan como motivadas intrínsecamente” (Ryan & Deci, 2000). 

Consecuencias 


Ya hemos dicho que la motivación intrínseca nos produce gozo y satisfacción por el mero hecho de realizar la actividad, desarrolla nuestras competencias, autonomía y relaciones.

En últimas, la realización de actividades intrínsecamente motivantes fortalece nuestra autodeterminación. 

Pertinencia 


La motivación intrínseca es el prototipo de la motivación, pero no podemos estar haciendo a toda hora sólo actividades que nos motivan intrínsecamente. 

Además, todos tenemos distintos intereses, conocimientos y habilidades; no hay ninguna actividad que nos resulte “intrínsecamente satisfactoria” a todos por igual. 


De manera que los formadores, educadores o líderes, en los más variados contextos de edades o circunstancias, debemos promover espacios de libertad y flexibilidad para que cada niño, joven o adulto, según el caso, pueda dedicarse a cultivar actividades que le resulten intrínsecamente motivantes. 

La motivación intrínseca es pertinente, sobre todo, cuando se busca desarrollar la “libre personalidad”, cultivar la vocación de cada individuo y consolidar su autodeterminación. En este sentido, cualquier actividad puede ser un buen recurso educativo para lograrlo; todo depende de la experiencia y la situación de cada individuo. 


Por esto es necesario, en la educación o en el liderazgo de las organizaciones, destinar lugares y momentos para “dar rienda suelta” a lo que cada uno disfrute. 



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