El poder de la motivación se fortalece con la equifinalidad.
A veces, el día funciona como si estuviéramos preparando una receta: todos los ingredientes se mezclan para nuestra preparación.
Un fin de semana planeas pasar la tarde viendo películas o series, pero de pronto recuerdas un compromiso y apagas el portátil. Una mañana madrugas, te arreglas y sales muy temprano de casa a presentar esa entrevista que tanto anhelas.
¿Qué te motiva hoy?, ¿Cuándo sientes que tu motivación es poderosa?, ¿Cómo te enfocas en tu vida?
Hay días que parecen tener una única finalidad. Todo lo que hacemos está en función de ese compromiso o esa entrevista.
Cuando tenemos un motivo importante, también nuestros pensamientos, conocimientos, sentimientos y actitudes se ponen en función de nuestra conducta.
Con una fuerte motivación, el motivo que perseguimos es el resultado de múltiples causas; muchas de éstas son causas “internas”, por ejemplo, valores, gustos, preferencias, gustos, sentimientos, habilidades, conocimientos, pensamientos, etc.
Un principio importante en la teoría de sistemas, es la equifinalidad; consiste en que un resultado puede tener varias causas o, lo que es lo mismo, múltiples causas puede producir un único resultado.
La equifinalidad es un aspecto importante de la activación de nuestra energía física y mental; también lo es de nuestras intenciones.
La equifinalidad es una característica y un efecto muy importante de nuestras motivaciones: frente a la dispersión de “ofertas” de nuestra sociedad de consumo y frente a la variedad de tareas y responsabilidades que recargan nuestra agenda diaria, cada motivación tiene un efecto unificador de nuestros recursos internos para alcanzar aquello que nos motiva.
El poder de nuestra motivación reside en gran medida en el poder de la equifinalidad: múltiples causas trabajando en pos de un mismo resultado.
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