Tres enseñanzas de un caso real.
El cuidado que necesita el anciano promedio, es aún más demandante cuando su salud física o mental se ha deteriorado. Muchos cuidadores colapsan por el estrés, el dolor y el agotamiento que puede significar velar por un anciano enfermo y con algún grado de invalidez.
¿Qué es lo que más te fastidia de los ancianos?, ¿Qué te preocupa de la vejez?, ¿Qué haces cuando un anciano pide tonterías?
No obstante, en una familia que conozco, aunque el padre sufría Demencia Senil del tipo Alzhéimer y otras dolencias propias de la edad, hasta el último minuto de vida gozaron su presencia.
¿Cómo pudo ser que el anciano enfermo no haya significado una inmensa carga de dolor para sus hijos?
Algunos factores como la unidad familiar, el buen nivel cultural y el respaldo económico, pueden explicar parcialmente la situación, pero el factor que hizo la diferencia fue la actitud comprensiva y lúdica de sus hijos.
Veamos algunos ejemplos:
1. Si el anciano, estando en su casa, decía que quería irse ya a dormir a su casa, como si fuera en otro lugar, en vez de confrontarlo y “hacerle ver” que esa era su casa, cualquiera de los hijos optaba por ayudarle a poner el abrigo, entregarle el paraguas, salir con él de la casa, caminar un minuto por la calle, volver a la casa y entrar, para que él se sintiera nuevamente en casa.
2. Como le encantaba comer en restaurantes, pero le irritaba tener que esperar que le sirvieran y cuando comía regaba mucho en la mesa y en el piso, la familia optó por hacer el pedido por teléfono, reservando una mesa en horario de muy poco público, y a la hora acordada, cuando la comida ya estaba lista para servir, llegaban con un mantel y un tapete de plástico para que su padre pudiera disfrutar de la comida, sin preocuparse por dejar sucio su puesto.
3. Como también disfrutaba mucho el viajar por carretera y eso se le ocurría a cualquier hora del día o de la noche, simplemente lo ayudaban a subirse al carro y el hijo que fuera a conducir, lo llevaba a dar un paseo por las avenidas más despejadas o por algunas calles de muy poco tráfico, por una o dos horas.
En estos tres ejemplos, podemos ver que la familia supo transformar la admiración y el amor por el padre que había sido, en comprensión y aceptación por el padre tal y como era en esta etapa terminal de su vida.
La empatía no se quedó simplemente a nivel de un sentimiento favorable hacia el padre, sino que fue el ingrediente fundamental para relacionarse efectivamente con él:
- Validando el mundo subjetivo de su padre: entenderlo, darle la razón, “llevarle la corriente” y ser capaces de hacer compatible la “realidad” vivida por ellos con la “realidad” vivida por su padre.
- Dándole gusto, adaptándose con una actitud lúdica, al espíritu “infantil” del anciano, y tomando las cosas con serenidad y por “el lado positivo”.
- Acompañándolo a hacer lo que quería hacer, en algunos casos actuando, en el sentido teatral del término y en otros, haciendo los ajustes necesarios para que él pudiera “salirse con la suya” y disfrutar lo que tanto le gustaba.
Sabemos que hay un costo significativo en el cuidado que debemos a los ancianos, pero lo que esta familia nos enseña es que nuestra actitud puede convertir lo que es una pesada y dolorosa carga, para algunos, en la mejor oportunidad para hacer feliz a un ser maravilloso viviendo los últimos días de su vida.
Esta familia nos ayuda a descubrir que más allá del anciano demente, siempre hay un ser humano con dignidad, a quien se le debe gratitud y justicia… Así son todos los viejos y así debemos verlos.
Comparte esta publicación, haz un comentario y sigue este blog
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tus comentarios son muy valiosos. Gracias.