domingo, 3 de marzo de 2019

Ese poderoso factor llamado voluntad

La voluntad es una fuerza que se puede desarrollar. 



¿Recuerdas el día que llegaste hasta la cima y te sentiste pleno? Esa cima pudo haber sido la de una pequeña colina en una excursión de fin de semana o un pico nevado en tus vacaciones, aprobar un examen, entregar a tiempo una tarea, superar una entrevista laboral, terminar un proyecto, cumplir una promesa, alcanzar un objetivo, concluir  una dieta, desarrollar una habilidad, lograr una certificación, etc. Llegaste y te sentiste en la cima.

¿Cómo ha influido tu voluntad en tus logros?, ¿En qué necesitas poner más voluntad?, ¿Cómo cambiaría tu vida si tuvieras más voluntad? 

Hay un componente común en todas nuestras experiencias de “llegar hasta la cima”: el ejercicio de nuestra voluntad. 


La voluntad se relaciona con nuestra capacidad de elegir y dirigir nuestras propias acciones, incluso enfrentando obstáculos nuestros o del entorno. En este sentido, en cada una de nuestras decisiones o acciones, se reflejan diferentes grados o intensidades de nuestra voluntad. 

El trabajo que hacemos para “llegar hasta la cima” desarrolla nuestras aptitudes y competencias, así como fortalece nuestra personalidad y le da sentido a segmentos de nuestro vivir. 


Cuando aplicamos toda nuestra voluntad a un objetivo, nos ponemos más cerca de lograrlo porque la voluntad actúa como una fuerza, esto es, como verdadera fuente de energía para realizar lo que nos proponemos. Con verdadera voluntad, los retos se hacen más fáciles o, por lo menos, más probables de ser resueltos. 


El ejercicio de nuestra voluntad nos brinda un sentimiento de autonomía, porque implica integrar nuestras intenciones, motivos y acciones, para “llegar hasta la cima”. 

Por ejemplo, hacer nuestras tareas oportunamente y no a última hora -sean trabajos académicos, pago de servicios públicos, facturas o créditos personales, informes laborales, etc.-, implica que integremos lo que queremos (ser oportunos), con nuestros motivos (estar tranquilos, hacer las cosas bien, sentirnos responsables) y nuestras acciones (hacer nuestras tareas, pagar, entregar los informes). 

Nuestra capacidad para integrar nuestras intenciones, motivos y acciones, es lo que nos permite “llegar hasta la cima” y sentirnos como personas autónomas, con las siguientes ventajas: 

  • Experimentamos lo que hacemos como algo más interesante y agradable. 
  • Resolvemos necesidades específicamente relacionadas con lo que hacemos. 
  • Fortalecemos nuestros intereses y nuestros valores. 
  • Consolidamos nuestro sentido de identidad y conciencia de nosotros mismos. 
  • Sentimos un afecto positivo, alegre y esperanzador. 

La voluntad consciente y oportunamente ejercida en nuestras decisiones o acciones, nos brinda ese sentido de autonomía que no nos pueden brindar los demás, porque es una experiencia que depende sólo de nosotros. Podemos encontrar en nuestro entorno cierta libertad para elegir y actuar, pero la experiencia íntima de autonomía depende de cómo actuemos nuestra voluntad. 


En algunos casos, la voluntad de nuestras decisiones o acciones será lo único que haga la diferencia respecto de otros y en nuestra propia vida. 

¡Nuestra voluntad nos hace más humanos! 

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