Propiedades emergentes de nuestro cerebro.
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Juan, Mariela y Carolina miraron por la ventana la puesta del sol. Juan tomó una fotografía para poder pintar ese mismo crepúsculo al día siguiente. Mariela se transportó a su Nápoles querida y cantó el coro de “O sole mío” con la alegría dibujada en su rostro. Carolina recordó que wabi-sabi es la palabra japonesa para hablar de la belleza dentro de las imperfecciones de la vida, viendo la casa, iluminada por los últimos rayos del sol.
¿Qué despierta tu interés?, ¿Cómo es tu personalidad?, ¿Qué se te facilita aprender?
Juan capturó el momento para plasmar su belleza en una pintura; Mariela se emocionó al recordar sus parientes y su tierra natal y Carolina evocó un concepto de profunda sabiduría al deslizar su mano por la pared y los muebles de su casa.
La luz del atardecer fue una sensación muy similar para ellos, pero cada uno tuvo un comportamiento diferente, determinado por sus experiencias, intereses y personalidad, entre otros factores. Con los mismos estímulos sensoriales de esa tarde, sus cerebros generaron significados y conductas muy distintas.
Tomar una fotografía y tener la intención de pintar un cuadro, evocar múltiples vivencias asociadas a una canción italiana y experimentar la belleza del momento como lo podría sentir un japonés, no son reacciones que se expliquen del todo mediante la descripción de los procesos físicos, químicos, biológicos o neurológicos que nos ocurren.
Haciendo nuestra la experiencia de Juan, Mariela y Carolina, nuestro sistema nervioso procesa sensaciones y genera movimientos. No obstante, la variedad de movimientos que pueden resultar de la misma sensación, es muy amplia, dado que intervienen creencias, significados e intenciones netamente individuales.
Un conocimiento profundo del funcionamiento cerebral, complementado por una comprensión muy sólida de lo que es la cognición, la personalidad y la conciencia, podrían explicar las respuestas individuales distintas ante situaciones iguales o similares.
La psicología contemporánea está influida, de manera importante, por los avances de las neurociencias que están visualizando y explicando lo que ocurre en nuestro sistema nervioso, cuando recibimos información sensorial, la procesamos en nuestro cerebro y producimos actividad motriz.
Todos sabemos que el órgano más importante de nuestro cuerpo es el cerebro, pero todavía hay una interpretación sesgada acerca de su funcionamiento, basada en una errónea interpretación de su aspecto morfológico.
No es cierto que la cognición, la personalidad o la conciencia, estén determinadas por el predominio de uno de los dos hemisferios cerebrales. Se dice que el izquierdo es más analítico y que el derecho es más intuitivo.
Visto desde arriba, sí parece que el cerebro tuviera dos mitades, pero en realidad el cerebro es un órgano que funciona como una totalidad.
Las imágenes tradicionales nos muestran dos hemisferios a los que se les atribuyen capacidades diferentes. Una cosa es la organización anatómica que está simplificada por nuestra forma de hablar del cerebro, reduciéndolo a dos mitades, y otra cosa es la manera como funciona este maravilloso órgano.
En las neurociencias, cada vez hay más consenso acerca de que el cerebro funciona integralmente y que ambos hemisferios participan en cualquier proceso mental.
Lo anterior significa, por ejemplo, que el lenguaje y el razonamiento no se ejecutan en el hemisferio izquierdo exclusivamente, y que la imaginación y la percepción tridimensional tampoco es una función que se pueda localizar en el hemisferio derecho.
El mero hecho de que los dos hemisferios estén conectados en su base y que el cerebro esté constituido por miles de millones de neuronas entrelazadas que relacionan información de los órganos de los sentidos y movimientos, basta para darse cuenta que la organización anatómica de dos hemisferios no explica el funcionamiento del cerebro.
La idea de que los órganos de los sentidos captan información objetiva del entorno, los nervios sensoriales la transmiten al cerebro y uno de los hemisferios reconoce y procesa la información, es ya una idea obsoleta en el campo de la neurociencia.
Lo que parece que hace el cerebro, es emular (imitar) la realidad mediante información que se “recircula” constantemente en un sistema conformado por la corteza cerebral y el tálamo.
Cualquier proceso perceptivo o intelectual que el cerebro ejecute como, por ejemplo, el reconocimiento de colores, formas, texturas, tonadas, caras, texto escrito, dibujos, palabras o conceptos, es el resultado del flujo de información sensorial y motora entre la corteza cerebral y el tálamo.
Toda la información del entorno y del cuerpo, es integrada, centralizada y representada en el sistema tálamo cortical. Son estas funciones las que permiten el surgimiento de la vivencia del “yo”.
Asociado a lo anterior, tendríamos que decir que la conciencia, la personalidad y la cognición, son fenómenos emergentes del funcionamiento del cerebro que, como un todo único e indivisible, aún está siendo estudiado y comprendido.
Y, tal vez, estos fenómenos constituyen la base del libre albedrío, los derechos humanos, la libertad y los bienes más valiosos de nuestra cultura.
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Agradecimientos por la música: In the clouds by Stefan Kartenberg (c) copyright 2019 Licensed under a Creative Commons Attribution Noncommercial (3.0) license. http://dig.ccmixter.org/files/JeffSpeed68/59123 Ft: Javolenus
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