El desarrollo normal y la salud como un reto a lo largo de la vida.
En época de lluvias o de frío intenso, cuando sentimos algún malestar en el cuerpo o en la garganta, decimos “Me estoy enfermando”.
¿Cómo cuidas tu salud?, ¿Qué haces para recuperar tu salud?, ¿Cuáles ámbitos de tu salud están en riesgo?
Por experiencia sabemos qué es la enfermedad y qué es la salud; igualmente, cuándo “estamos enfermando” o cuándo “nos estamos aliviando”.
Al fin y al cabo, en nuestra vida cotidiana nos interesa estar bien de salud o recuperarla lo más pronto posible, cuando hemos estado enfermos.
Sin embargo, no es lo mismo experimentar la salud que reflexionar acerca de la salud. Esto último interesa a educadores, profesionales de la salud, gobernantes y organismos multilaterales, en su rol de promotores de la salud individual o comunitaria.
Tradicionalmente la salud fue definida como la ausencia de enfermedad. No obstante, la Organización Mundial de la Salud propuso que debe entenderse como un “estado de completo bienestar físico, mental y social”; esta definición implica una visión integradora del ser humano y su entorno.
Sin embargo, es bastante improbable que alguien tenga ese “completo bienestar” y, mucho menos, que lo mantenga de manera constante, a lo largo de su vida.
Por eso, recientemente, algunos profesionales han sugerido que la salud es la “capacidad de adaptarse y manejar los desafíos físicos, emocionales y sociales que se presentan durante la vida” (Knottnerus y otros, 2011).
En todo caso, la salud se refiere a los aspectos físicos, cognitivos y sociales de nuestro bienestar o de nuestra capacidad de adaptación.
Ahora bien, desde la perspectiva del desarrollo, es decir de los cambios y transformaciones que las personas tenemos a lo largo de nuestra vida, se habla de “desarrollo saludable” (Julia García):
- Ausencia de enfermedad o baja probabilidad de enfermar.
- Buen funcionamiento físico y mental.
- Bienestar psicológico: optimismo, felicidad; afrontamiento adecuado ante los problemas que se plantean en la vida.
- Bienestar subjetivo: sentirse bien consigo mismo; autoaceptación.
- Relaciones positivas con los demás.
- Satisfacción con la vida.
- Participación y compromiso con la vida.
- Crecimiento personal.
En el caso de los niños y adolescentes, el desarrollo saludable depende particularmente de los cuidados que podemos brindar los padres, de la nutrición, de su crecimiento y del control de los riesgos en los que ellos se crían y se desenvuelven.
De manera general, hay otros factores de desarrollo saludable a lo largo de la vida, incluyendo juventud, adultez y vejez: ejercicio físico, educación, actividad mental desafiante, autonomía, competencias, relaciones positivas con el entorno.
Desde el punto de vista netamente psicológico, los ámbitos a los que se refiere el desarrollo saludable, podrían ser:
- Cognitivo: conjunto de habilidades para procesar información del medio ambiente, adquirir nuevos conocimientos e integrar la información con los conocimientos.
- Intencional: corresponde a cualquier estado interno que dirija el organismo hacia objetivos, metas o fines, tales como las emociones, los sentimientos o las motivaciones.
- Personalidad: conjunto de patrones o comportamientos característicos de un individuo que se manifiesta en diferentes situaciones y que permanece relativamente invariable a lo largo del tiempo.
- Social: pensamientos, sentimientos y comportamientos del individuo que interactúan con la conducta o la personalidad de las demás personas.
Los psicólogos que han acogido el enfoque de “desarrollo de habilidades”, sostendrían que el desarrollo saludable de los seres humanos implica la adquisición, fortalecimiento y mantenimiento de habilidades:
- Cognitivas y emocionales: Comprender y transformar a sí mismo, el medio ambiente y a los demás.
- De autodeterminación: fortalecer el cuerpo, la personalidad y consolidar el bienestar físico y afectivo.
- Sociales: armonizar las necesidades individuales con la implicación social.
Por encima de la reflexión que podamos hacer acerca del desarrollo saludable, lo más importante es que cuidemos las condiciones de vida en las que nuestros hijos, estudiantes, y nosotros mismos, vivimos y nos desarrollamos.
Lo anterior tiene que ver directamente con la satisfacción de nuestras necesidades biológicas, psicológicas y sociales.
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