No renuncies a elegir.
El movimiento se asocia con la libertad; por ejemplo, un bailarín dando un salto, como si estuviera suspendido en el aire, un paracaidista en caída libre, disfrutando el vértigo del viento contra su cara, una surfista deslizándose con elegancia y audacia entre el túnel de una ola.
¿En qué asuntos o campos te gusta elegir?, ¿Qué te motiva verdaderamente?, ¿Qué te brinda libertad?
Somos seres vivos que nos podemos mover y esto es una de las características más evidentes del ejercicio de nuestra libertad.
No sólo podemos movernos sino que podemos elegir la dirección de nuestro movimiento, lo cual se nos manifiesta como un sentido de autodirección y de autonomía. En la raíz de nuestra libertad, está, precisamente, este acto de elegir una alternativa entre otras posibles, de acuerdo con las circunstancias de nuestra situación particular.
La antítesis de la libertad, es la sofocación del movimiento, es reducir las alternativas de movimiento y ese sentido de autodirección. Una persona en una celda, con un espacio reducido para moverse, tal vez atada a una silla o encadenada con grilletes, representa lo contrario de la libertad, en la medida de que muy poco puede moverse y tiene muy pocas opciones de elección.
Los seres humanos nos movemos con nuestro cuerpo en este espacio tridimensional que constituye nuestra realidad exterior, mediante gestos, posturas y conductas.
También nos movemos con nuestra mente en nuestra en realidad interior: pensamientos, sentimientos, emociones, fantasías y sueños, representan movimientos en nuestra realidad interior que son proyectados, generalmente, como movimientos hacia nuestra realidad exterior.
Bien sea que se trate de movimientos físicos o movimientos mentales, con frecuencia se asocian con ideas, fantasías, deseos y aspiraciones, que también manifiestan nuestra capacidad de autodirección y de elección.
Aún en situaciones de reclusión, de discapacidad física o de sedentarismo, podemos ejercer nuestra libertad, o nuestra lucha por la libertad, a través de la imaginación, la meditación, el lenguaje y el trabajo intelectual. Estos estados mentales nos pueden generar ese sentido de autodirección y autonomía, con un impacto muy significativo en nuestra motivación.
El punto central de la motivación humana, está en nuestra capacidad para elegir nuestro movimiento, sea físico o mental.
Las investigaciones de Deci y Ryan, desde la década de los 80, han mostrado que la libertad de elegir se relaciona empíricamente con la motivación intrínseca para actuar, en cuanto confiere un sentido de auto dirección y autonomía, es decir, de libertad auténtica.
Si queremos fortalecer la motivación intrínseca en el aprendizaje, el trabajo y la convivencia, por parte de nuestros hijos, estudiantes o colaboradores, tenemos que fomentar espacios de elección consciente y libre, donde todos puedan abrazar significados coherentes con sus propias metas y valores.
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