Mantener el maravilloso impulso por aprender.
“Absorben todo como una esponja” es la expresión que utilizamos para describir el aprendizaje en los niños pequeños y en los cachorros. Si eres padre o madre, docente o entrenador, sin duda, sabes que la capacidad de aprender es innata y es una de las características de la motivación auténtica.
¿Cuál ha sido tu mejor experiencia de aprendizaje?, ¿En qué ocasión has tenido que esforzarte por aprender?, ¿Qué estás aprendiendo actualmente?
Y aunque no tengas hijos, estudiantes ni aprendices, sabes que aprender es una de las experiencias más satisfactorias que podemos vivir: aprender un idioma extranjero, a conducir un vehículo, a dominar las funciones de nuestro Smartphone, un videojuego, a escribir, a expresarnos en público, un deporte, minucias legales, historia, los secretos del cerebro, jardinería, cultivos hidropónicos, un arte o un oficio.
El reto de aprender cualquier cosa es algo que le da sentido a nuestro vivir y hace parte de todos los procesos de crecimiento y desarrollo humano.
Nuestra existencia sería impensable si nuestros ancestros, aún remontándonos millones de años, no hubieran tenido la capacidad de aprender en su interacción con el ambiente y con otros seres vivos; pero tampoco estaríamos aquí reflexionando sobre el aprender si no hubiéramos hecho gala de nuestra propia capacidad para hacerlo.
Aunque aprender sea una experiencia reconfortante, no está exento de obstáculos, sacrificio y sufrimiento, en algunos casos, porque en la naturaleza de todo aprendizaje está el cambio de conducta y sabemos que cambiar no siempre es fácil.
La paradoja de nuestra era es que algunos padres novatos, educadores, y ciertos profesionales de la salud, subrayan más las supuestas dificultades de aprendizaje en niños y jóvenes, con ritmos o estilos diferentes, que su capacidad innata de aprender.
Puede explicarse este énfasis en la adopción precipitada de conceptos de la ciencia y en el deseo de definir prematuramente lo que sucede con los individuos que manifiestan más marcadamente las naturales dificultades en el aprender.
La investigación de los últimos 20 años ha puesto en evidencia que si algo, de verdad, puede afectar la innata capacidad para aprender de las personas, es el ambiente excesivamente controlador o el desconocimiento de las necesidades psicológicas de los aprendices.
Contrario a lo anterior, los ambientes flexibles que estimulan el uso responsable de la libertad, se tornan en ambientes muy favorables para el aprendizaje, cognitivo, emocional y social. Igual sucede con los adultos que atienden las necesidades psicológicas de autonomía, competencia y relación de sus aprendices.
Todo ello aplica en el entorno de la familia, la escuela y la empresa, cuando entendemos que nuestro primer deber es mantener activo ese innato impulso por aprender, en nosotros mismos y en los demás.
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