domingo, 13 de enero de 2019

Abraza tu misión personal

La misión personal no es la llave del éxito ni de la felicidad. 


Una declaración escrita de la Misión está exhibida en la página web de muchos negocios y en las paredes de las empresas que tienen una sede física abierta al público. 

¿Cuáles son tus fortalezas?, ¿Qué valoras en tu vida?, ¿Cuáles son tus criterios para decidir? 

La Misión, inicialmente un concepto asociado a la expansión de las iglesias, fue adoptada por la estrategia militar y, posteriormente, por la literatura gerencial, en el movimiento de la calidad total. Definir la Misión tiene el significado de enviar, mandar o destinar personas para cumplir con un objetivo importante o hacer una contribución significativa. 


Por ejemplo, “cuidar las fronteras”, “mantener la paz”, “ganar la guerra”, “desembarcar en Normandía”, requieren misiones en lo militar. “Empoderar a cada persona”, “hacer del trabajo algo más simple y productivo”, “construir, mover, impulsar y curar el mundo”, son extractos de misiones convocadas por algunas empresas globales. 

El significado original de misión, el encargo que alguien debe cumplir, se ha transformado en una generalización que pretende definir “aquello que hacemos” (léase, “debemos hacer”) en una organización o en nuestra propia vida personal. Como si las empresas recibieran una orden de los fundadores o de la sociedad, que las obliga a cumplir con eso; como si las personas también recibiéramos una tarea que define nuestras vidas. 

Un encargo de por vida es una noción abstracta que debe ser reinterpretada en el contexto cambiante del mundo, de las organizaciones y la interacción grupal. En lo individual, la Misión personal no existe como encargo (o destino) para toda la vida, pero sí tiene un valor en cuanto puede ser comprendida como un foco para la toma de decisiones particulares, en el día a día. 


Por ejemplo, si una persona define que su Misión es “ser feliz”, “fluir por la vida”, "comer saludable" o “ayudar a los demás”, necesitará definir cómo va a lograrla cada día y en cada circunstancia concreta. No es una pérdida de tiempo que haya definido su Misión porque le sirve como criterio de referencia para las decisiones cotidianas. 


En todo caso, la Misión es un producto del proceso de toma de decisiones, tanto a nivel organizacional como individual; esto significa que si queremos adoptar una Misión para nuestra vida, debemos aceptar que estamos descartando algunas opciones diferentes o contrarias. La Misión, vista así, es una limitación o una restricción que nos imponemos voluntariamente. 


Si queremos definir nuestra Misión personal, nos conviene hacerlo con base en nuestros valores, intereses y competencias; a través de éstos, podemos formular una Misión que nos guste cumplir y que disfrutemos, aún en los momentos difíciles. Si logramos definirla así, estaremos conectando nuestra Misión con nuestra motivación intrínseca

Sin embargo, en muchas ocasiones, lo que debemos hacer no es sólo lo que disfrutamos sino lo que “nos toca hacer”, debido a las circunstancias en las que nos encontramos, las negligencias de los demás o las limitaciones, propias y ajenas. Siempre hay algo doloroso en el cumplimiento de una Misión, particularmente cuando queremos asumir la vida con integridad y coherencia. 


Abracemos nuestra Misión personal con valentía. Hagámoslo sin sacrificar nuestra conciencia del “aquí y del ahora” y la apertura plena a lo que la vida nos dice, nos brinda y nos exige

Comparte esta publicación, haz un comentario y sigue este blog

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tus comentarios son muy valiosos. Gracias.