La conciencia intuitiva nos ayuda a vivir mejor.
(Al final, hay un video de esta publicación)
Los seres humanos podemos ir más allá de las sensaciones que nos brindan nuestros sentidos; podemos desarrollar la intuición para ser más conscientes de nuestro cuerpo y del mundo que nos rodea.
¿Cómo es una persona intuitiva?
Una persona intuitiva, en el lenguaje cotidiano, es aquélla que va más allá de los detalles obvios para la mayoría y es capaz de encontrar información escondida, no evidente, en diferentes situaciones.
¿Qué es la conciencia intuitiva?
La conciencia intuitiva es la capacidad que tenemos para darnos cuenta de cómo estamos y cómo está el mundo en el que vivimos, partiendo de la información sensorial pero yendo un paso más adelante.
La conciencia intuitiva combina sensación, percepción, conocimiento y expectativa personal. Veamos estos cuatro ingredientes de lo que podríamos llamar “la receta de la intuición”:
Primero. Una porción de sensación: consiste en captar estímulos físicos, provenientes del mundo que nos rodea y de nuestro cuerpo, valiéndonos de nuestros órganos de los sentidos.
Segundo: Una porción igual de percepción: es el proceso de organizar nuestras sensaciones y darles un significado a los detalles aislados.
Tercero: aplicamos una buena cantidad de conocimiento: es el conjunto de los diferentes temas, ideas o contenidos que tenemos en nuestra memoria, podemos recordar y usar en nuestra vida.
Cuarta: adobamos con nuestra expectativa: es el interés particular o la esperanza de realizar o conseguir algo.
Cuando mezclamos adecuadamente nuestras sensaciones, percepciones, conocimientos y expectativas en un momento dado, logramos ver algo nuevo, tal vez un todo completo o por completar. La intuición es como hacer un resumen repentino y muy breve, que nos muestra algo que otros no han descubierto.
Podemos cultivar nuestra conciencia intuitiva yendo más allá de nuestra conciencia sensorial: pongamos nuestra atención en unir los puntos, en encontrar relaciones entre las diferentes sensaciones, en descubrir detalles pequeños pero significativos, en ver el bosque y no sólo los árboles, en resumir el todo en un momento dado, en “pensar por fuera de la caja”, en redescubrir nuestras sensaciones y percepciones con ayuda de nuestros conocimientos y expectativas.
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