sábado, 8 de febrero de 2020

Diseñar ambientes favorables para el desarrollo

Cómo familias, colegios, universidades y organizaciones contribuyen a nuestro crecimiento.



(Al final, hay un video de esta publicación)

A veces no nos sentimos bien donde estamos; le pasa a los niños en el colegio, a los jóvenes en la universidad, a los empleados en el trabajo y a las parejas en la relación. Cuando esto sucede, queremos cambiar de colegio, carrera, trabajo o pareja, porque creemos que vamos a estar mejor en otra parte o con otras personas.

Sin embargo la “Ley de Murphy” nos advierte que “Por mal que vaya algo, siempre es susceptible de empeorar”.

Entonces, ¿cómo podemos saber cuándo nos conviene seguir donde estamos o cuándo debemos irnos a otra parte?

¿Qué te gusta del contexto donde vives?, ¿Qué te resulta desagradable?, ¿Cómo puedes elegir ambientes positivos?

Todos sabemos que el ambiente en el que estemos puede ser agradable o desagradable, pero cuando se trata de establecer si un contexto social es conveniente o no para el bienestar psicológico, nuestra decisión puede ser más difícil.

Nos vamos fácilmente de una cafetería, un bar o un cine que nos desagrada; pero nos resulta más difícil cambiar de colegio, carrera, trabajo o pareja.

Y, sin embargo, muchas veces de eso se trata la vida: tomar decisiones, establecer relaciones y realizar acciones para estar en ambientes favorables para nuestro bienestar y el de las personas que amamos.

La Teoría de la Autodeterminación (2015) nos da muchas luces cuando queremos elegir el ambiente social que más nos favorezca o que sea conveniente para el bienestar psicológico de nuestros hijos, estudiantes o empleados.

Desde que nacemos, y a lo largo de nuestra vida, usamos elementos del medio ambiente (aire, agua, alimentos, abrigo) para atender nuestras necesidades fisiológicas.

Igualmente, el medio ambiente resulta importante para nuestra necesidad de seguridad, tanto en lo que se refiere a los riesgos que enfrentamos como a la manera de protegernos de los mismos. Y así pasa con las demás necesidades sociales y psicológicas.

En lo que se refiere a éstas últimas, el medio ambiente puede:
  • Aumentar o disminuir la intensidad de algunas necesidades específicas.
  • Apoyar o frustrar la satisfacción de tales necesidades.


Así como le sucede al explorador que atraviesa un desierto y llega a un oasis, algunas necesidades pueden ser más intensas en ciertos ambientes y algunos ambientes pueden ser más favorables para nosotros.

Tratándose de nuestras necesidades psicológicas, los contextos sociales se diferencian por:

  • Las demandas que nos imponen
  • Los obstáculos que implican
  • Los apoyos o nutrientes que nos brindan

Aunque nuestro desarrollo es algo que tenemos “programado” en nuestros genes, nuestro desarrollo psicológico depende, en gran medida, del contexto social inmediato que nos rodea: familia, colegio, universidad, trabajo, vecindario, por ejemplo.

En este sentido, el desarrollo psicológico saludable “es algo que las personas hacen por sí mismas al actuar sobre los estímulos que buscan o que se les imponen” (Deci y Ryan, 2015).

Esa constante interacción entre nosotros y el ambiente social, con todas las diferencias en situaciones, dominios y culturas, puede resultarnos favorable para nuestras necesidades psicológicas:


“(…) los contextos sociales catalizan diferencias en la motivación dentro y entre las personas y en el crecimiento personal, resultando en personas que están más auto-motivadas, energetizadas, e integradas (…) (Deci y Ryan, 2000).

Sin embargo, “contextos sociales que engendran conflictos entre las necesidades básicas establecen las condiciones para la alienación y la psicopatología” (Ryan et al., 1995).

Así mismo, “El control excesivo, los desafíos no-óptimos, y la falta de conectividad, (…) (no sólo) resultan en la carencia de iniciativa y responsabilidad sino también en distréss (estrés negativo, angustia) y psicopatología” (Deci y Ryan, 2015).

En resumen, es la interacción entre nosotros, como organismos activos orientados hacia nuestro crecimiento, y los diferentes contextos sociales que frecuentamos, lo que constituye el punto crítico de nuestra motivación, conducta y desarrollo.

Por lo tanto, al diseñar o elegir los ambientes sociales que más nos favorezcan, debemos calificar positivamente la posibilidad de:

  • Desarrollar nuestras competencias
  • Relacionarnos positivamente
  • Actuar con autonomía

Y calificar negativamente, aquellos ambientes que se caractericen por:
  • Muy baja exigencia
  • Retos exagerados
  • Pobres o disfuncionales relaciones interpersonales
  • Alto control de la conducta

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