Cinco criterios para entender la motivación integrada.
Cuando una tarea es muy importante o de mucho cuidado, decimos que hay que hacerla “a conciencia”
¿Qué haces a conciencia?, ¿Cómo fomentas tu conciencia y la de los demás?, ¿Qué sería mejor si se hiciera a conciencia?
Pocos han explorado la profunda relación que existe entre la conciencia y la motivación, pero sabemos intuitivamente que requiere de motivación para hacer las cosas a conciencia.
Definición
Cuando hacemos las cosas a conciencia es porque las reglas externas o los motivos ajenos de la actividad, los hemos integrado con nuestras propias necesidades, valores o identificaciones.
Por ejemplo, cumplimos un horario (regla) estudiando francés (reglas) para poder hacer una maestría en París (motivo) que nos permita mejorar nuestro currículum vitae (motivo) y tener mejores ingresos (motivo).
Lo hacemos porque estudiar francés con dedicación, en el ejemplo, hace parte de “nuestra carrera” (identificaciones), es parte de nuestra responsabilidad (valores), desarrolla nuestras competencias, nos facilita la comunicación y fomenta nuestra autonomía (necesidades psicológicas) y proyecta nuestra vida.
La motivación integrada es el tipo de motivación que integra regulaciones o motivos externos con nuestro propio yo, impulsándonos a realizar acciones con un claro sentido de voluntad y elección (Deci y Ryan, 2015).
Factores
Los factores de la motivación integrada son de dos tipos: eventos externos y eventos internos que nos conducen a hacer las cosas “a conciencia”.
Los eventos externos son los recursos que nuestros padres, maestros, entrenadores, jefes o gobernantes, han usado para “concientizarnos” de las reglas o motivos de una actividad; pueden ser premios, castigos (como en la motivación externa), deberes, responsabilidad, compromiso, autoestima (como en la motivación introyectada) o conocimientos o valores (como en la motivación identificada).
Los eventos internos son nuestros propios procesos de aprendizaje que nos conducen por la internalización y asimilación de esas reglas o motivos externos con lo que creemos que nos define o caracteriza (nuestro yo).
Por ejemplo, la disciplina con el francés, la posibilidad de estudiar en París y la opción de ganar más dinero, las integramos con nuestro deseo de mejorar, nuestro gusto por viajar y nuestra admiración por lo francés.
Experiencia
Cuando hacemos las cosas con motivación integrada, todo aquello que “nos vino de afuera” -es decir, las reglas o motivos que nos enseñaron alguna vez-, son asimiladas por nosotros mismos y actuamos con un sentido completo de voluntad y elección (Deci y Ryan, 2015).
La condición de esa internalización y asimilación de reglas o motivos externos es la experiencia de autonomía que resulta una vivencia crítica para que la regulación externa sea integrada a nuestra conciencia.
Consecuencias
Cuando la educación, el entrenamiento o la capacitación proporciona reglas y motivos para determinadas actividades, en un entorno que promueve la autonomía y la relación de las personas, el resultado es su mayor compromiso y autenticidad con la actividad específica.
Además, las personas contribuyen a “ampliar” el campo de tal actividad, en la medida de que logran desarrollar nuevos motivos o reglas, que les resultan “más personales”.
Pertinencia
La motivación integrada es un concepto que debe guiar los programas de formación, desarrollo del talento humano y cambio cultural, especialmente cuando abordan actividades que tienen un impacto muy importante en el proyecto de vida individual o colectivo, es decir, cuando se trata de construir nuevos valores o alcanzar metas de gran importancia para todos.
Ningún resultado resulta sostenible en el tiempo, si las personas no hemos integrado oportunamente la regulación y los motivos que lo justifican.
En resumen, la “estrategia motivacional” más efectiva es aquella que brinda experiencias de motivación integrada o intrínseca, como lo veremos en la siguiente publicación.
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