Que nuestra motivación no dependa de premios ni castigos.
Te sientes desanimado, estresado, triste, abrumado o deprimido y alguien te dice que debes ayudarte, que debes motivarte a ti mismo… ¿Qué puedes hacer?
¿Qué disfrutas hacer?, ¿Qué tanto tiempo le dedicas a lo que te gusta hacer?, ¿Qué haces para animarte?
La motivación es una función de los organismos que consiste en estar dispuesto a actuar con dirección, esfuerzo y persistencia respecto de una tarea u objetivo.
En este sentido, la automotivación es la motivación generada por sí mismo, es decir, la motivación querida y gestionada, en nuestro caso, por la persona.
La automotivación hace parte de las competencias de autogestión emocional (Bisquerra, 2007): autoestima, autoeficiencia, responsabilidad, actitud positiva, análisis crítico de normas sociales, resiliencia y, obviamente, automotivación.
Sin embargo, una cosa es decir que existe la automotivación y otra, muy diferente, es desarrollar nuestra capacidad para automotivarnos, especialmente en los momentos difíciles.
La Teoría de la Autodeterminación (Ryan y Deci, 2000) ha encontrado que hay diversas modalidades, tal vez grados, de “estar motivado”; la motivación intrínseca es el modo más auténtico de motivación porque disfrutamos las actividades que hacemos, sin necesidad de premios ni castigos.
Sí es posible automotivarnos y para ello, debemos orientarnos a “hacer lo que amamos”:
- Identificar actividades que disfrutemos realizar.
- Probar tales actividades, con la guía de un experto, para experimentar la satisfacción intrínseca que nos proporcionan.
- Cultivar nuestra autonomía en la realización y disfrute de las actividades elegidas.
- Desarrollar nuestras competencias para realizar las actividades satisfactorias.
- Establecer relaciones positivas con otras personas que disfrutan las mismas actividades.
- Tener un estilo de vida sano que sea adecuado al conjunto de tareas y actividades que realizamos.
También podemos automotivarnos con el solo hecho de tomar conciencia de la satisfacción que pueden brindarnos muchas de las actividades que “tenemos” que hacer:“amar lo que hacemos”.
Como todo proceso de crecimiento personal, todo depende de que seamos capaces de dar el primer paso, bien porque nos atrevemos a:
- Renunciar a las “ganancias secundarias” de estar desanimados, tristes o deprimidos.
- Salir de nuestra “zona de confort” en la que podamos haber caído.
- Expandir nuestra identidad, conciencia y personalidad.
Por algo, la sabiduría popular ha acuñado el refrán de “Ayúdate que yo te ayudaré”.
Comparte esta publicación, haz un comentario y sigue este blog
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tus comentarios son muy valiosos. Gracias.