sábado, 11 de enero de 2020

Sí se puede motivar a otros

"Nadie motiva a otros" es un mito sin fundamento científico. 



(Al final, hay un video de esta publicación)
Todos queremos que nuestros hijos sean responsables, que nuestros estudiantes progresen, que nuestros clientes se beneficien, que los empleados trabajen con calidad y que los ciudadanos muestren cultura. 

¿A quienes debes motivar?, ¿qué haces para motivar a otros?, ¿cómo sabes que los has motivado? 

Padres de familia, educadores, profesionales y líderes, nos enfrentamos todos los días al reto de motivar a otros para que hagan lo que es bueno para los demás. 

Por ejemplo debemos motivar:
  • A nuestros hijos para que sean responsables, respetuosos y creativos 
  • A los estudiantes para que desarrollen sus competencias y actúen con ética 
  • A nuestros clientes para que sigan nuestras recomendaciones 
  • A las personas para que contribuyan al bien común

El reto de motivar a otros equivale, ni más ni menos, a lograr que hijos, estudiantes, clientes, trabajadores y ciudadanos, se comprometan con acciones que son importantes para nosotros y por eso deseamos que ellos las realicen. 

Por ejemplo: 
  • Que nuestros hijos colaboren con algunos oficios en casa, como arreglar su habitación. 
  • Que nuestros estudiantes hagan silencio cuando otro habla. 
  • Que nuestros clientes asistan a las citas y cumplan sus tratamientos. 
  • Que los trabajadores den lo mejor de sí mismos en el desempeño de sus cargos. 
  • Que los ciudadanos participen activamente en los proyectos del gobierno local. 

Cuando las acciones son importantes para otros pero, inicialmente, no lo son para el individuo, decimos que se trata de “acciones extrínsecamente motivadas”, es decir, acciones motivadas “desde afuera” del individuo que las debe realizaar. 

Para que estas acciones extrínsecamente motivadas se vuelvan importantes para el individuo, es necesario un proceso de internalización de las regulaciones de tales acciones. 

Lo anterior significa que el individuo, por ejemplo, interioriza e integra a sus “motivos personales” las tareas y las reglas que corresponden a: 
  • Mantener la casa limpia y ordenada, en el caso de nuestros hijos. 
  • Escuchar a los demás, en el caso de los estudiantes. 
  • Realizar las terapias, tomarse los medicamentos o asistir a los controles, en el caso de los clientes. 
  • Trabajar con calidad y en equipo, en el caso de los empleados. 
  • Aportar ideas, fomentar la convivencia y respetar las normas, en el caso de los ciudadanos. 


Para que puedan internalizar tales acciones debemos crear un contexto que apoye las necesidades psicológicas básicas de nuestros hijos, estudiantes, clientes, trabajadores y ciudadanos.


No basta con palabras bonitas ni “palmadas en la espalda”; es necesario crear “sistemas” o ambientes donde se promueva la autonomía, la competencia y la afiliación de los individuos. 

Diferentes estudios han encontrado, por ejemplo, que el apoyo a las competencias del individuo facilita la internalización de las acciones en los otros (Vallerand, 1997), porque facilitan el desarrollo de la capacidad del individuo para realizar las acciones correspondientes. 

Esto es muy interesante porque ya sabemos cómo motivar a otros para que realicen las acciones “extrínsecamente motivadas” con compromiso, esfuerzo y desempeño de alta calidad (Ryan y Deci, 2000) contribuyendo a su propio bienestar y el de los demás. 

En resumen, si creamos ambientes favorables para las necesidades psicológicas básicas, incluyendo el desarrollo de competencias, facilitamos la internalización de las acciones “extrínsecamente motivadas” al punto de que los individuos podrán estar comprometidos y ser auténticos con tales acciones.

En esto consiste la educación y en ello radica el inmenso poder motivador de quienes debemos motivar a otros.

Comparte esta publicación, haz un comentario y sigue este blog


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tus comentarios son muy valiosos. Gracias.